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Finalizado el trabajo en el estómago, el quimo pasa al duodeno (primera parte del intestino delgado), en pequeñas porciones, a través de una válvula o esfínter, llamado píloro. En esta parte, la masa se conoce como quilo, luego de combinarse con jugos intestinales, biliares y pancreáticos, que lo neutralizan, dejándolo con el grado de acidez necesario para que las enzimas de este intestino actúen sobre él.

La bilis, que es un líquido almacenado previamente en la vesícula biliar, es llevada a este sector para que algunos de sus componentes, las sales biliares, ayuden a separar las grasas en pequeñas porciones para que las enzimas del páncreas puedan actuar sobre ellas. Después de este proceso, el quilo, que tiene una textura más fina, se dirige hasta la parte media del intestino conocido como yeyuno, donde es descompuesto aún más por el jugo intestinal o entérico.

Este proceso termina en la sección final del intestino conocida como íleon.

Las vellosidades de la pared intestinal absorben los nutrientes de esta masa (carbohidratos, grasas, vitaminas y sales minerales) y los transportan al torrente sanguíneo, a través del cual se distribuirán a los diferentes órganos, según sus necesidades.

Este proceso se conoce como absorción, ya que en estas zonas, las paredes intestinales se encuentran muy plegadas y poseen un gran número de vellosidades, las que aumentan la superficie de intercambio para asimilar la mayorcantidad de nutrientes. Cada vellosidad tiene en su interior una red de capilares sanguíneos y linfáticos que recogen estos nutrientes y los llevan a la sangre.

Después, los restos de quilo, como los materiales no digeribles y agua, pasan a la primera parte del intestino grueso, conocida como ciego. En este sector, hay diversos microorganismos (principalmente bacterias inofensivas), que constituyen la flora intestinal y que atacan a los polisacáridos de la fibra. En este proceso se liberan azúcares, que son fermentados por otras bacterias, produciendo pequeñas cantidades de ácidos orgánicos. Estos ácidos, en conjunto con los residuos no digeridos y el agua, se comprimen y forman las heces o materia fecal que es eliminado, posteriormente por el orificio anal.

El intestino delgado

El intestino delgado se presenta como una gran manguera que da varias vueltas al interior de nuestro abdomen. Comprende, aproximadamente, cinco o seis metros del tubo digestivo, en donde la comida es degradada a sus compuestos más básicos (monosacáridos, aminoácidos, ácidos grasos y monoglicéridos), los cuales se absorben. El intestino delgado posee un diámetro que alcanza los 2,5 centímetros.

Se divide en tres secciones. La primera de ellas recibe el nombre de duodeno, tramo con forma de letra C, que mide cerca de 30 centímetros y donde, tanto el hígado como el páncreas, vierten sus fluidos digestivos.

La siguiente porción intestinal se denomina yeyuno, que en un adulto tiene una longitud aproximada de dos metros y un diámetro de cuatro centímetros.

La porción final es el íleon y representa el tramo más largo de esta parte del tubo digestivo (casi cuatro metros de largo). Posee una pared delgada y se encarga, básicamente, de la absorción de nutrientes.– 

Tejido estabilizador

La estructura que logra fijar el intestino delgado en la cavidad abdominal, evitando que flote libremente y se enrolle más de la cuenta, se denomina mesenterio. Constituye una delgada capa membranosa, ubicada en la cavidad abdominal de manera similar a la de un abanico abierto.

Esta porción de tejido no solo funciona como mecanismo de sostén, sino que también suministra sangre de manera directa al intestino delgado y transporta los nutrientes absorbidos en él (a través de una gran red de vasos sanguíneos).

– Mucosa interior adaptada

El intestino delgado, pese a contar con una gran extensión, necesita de una superficie especializada para cumplir con su tarea de captación de nutrientes. Para ello, sus paredes interiores están recubiertas por una serie de estructuras que aumentan miles de veces su superficie de absorción. Entre ellas están, de mayor a menor tamaño, los pliegues intestinales, las vellosidades intestinales y las microvellosidades.

Los pliegues intestinales son arrugas permanentes del intestino, fácilmente visibles. Ellos alojan a las vellosidades intestinales, proyecciones de casi un milímetro de largo, cuya forma se asemeja a la de un dedo. Más microscópicas, pero no por ello menos efectivas, las microvellosidades emergen desde las células de la mucosa para optimizar el proceso de captación.– 

– Barrera defensiva

Si bien nuestro intestino delgado posee bacterias que, en equilibrio, constituyen la flora intestinal, este debe protegerse de otros organismos invasores que pueden provocar enfermedades y que, incluso, sobreviven antes a la extrema acidez de los jugos del estómago. Para ello cuenta con un interesante mecanismo de defensa, conocido como placas de Peyer. Estas estructuras poseen una gran cantidad de linfocitos y otras células especializadas que, en conjunto, destruyen a las bacterias y a otras sustancias tóxicas.

Terapia con probióticos

Una publicación de la revista American Journal of Gastroenterology dio a conocer la eficacia del tratamiento con probióticos en enfermedades del aparato digestivo. Los probióticos son organismos vivos (bacterias o levaduras) que producen y secretan sustancias antimicrobianas que inhiben y destruyen a los patógenos.

Hormonas reguladoras

Algunas hormonas producidas en las células de la mucosa del estómago e intestino delgado regulan el proceso digestivo.
– Gastrina: actúa en el estómago para que produzca ácido clorhídrico, el que ayuda a disolver algunos componentes alimenticios.
– Secretina: estimula al estómago para que produzca pepsina y hace que el páncreas secrete un jugo rico en bicarbonato.
– Colecistocinina: ayuda a que el páncreas crezca y genere enzimas pancreáticas.

Jugo pancreático e intestinal

El jugo pancreático contiene las enzimas tripsina y quimiotripsina, que descomponen algunas proteínas.
Además, tiene lipasa, que rompe las grasas, y amilasa, que divide el almidón en maltosa.

El jugo intestinal completa el proceso de descomposición iniciado por el jugo pancreático. Contiene enzimas que digieren polisacáridos, transformándolos en disacáridos.


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