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LA TERCERA, 20 de noviembre de 2006
Por: Sofía Otero

Lilian vargas es profesora de matemáticas y decidió hacer de la naturaleza su sala de clases. Observando las abejas, los girasoles y el bosque ella enseñó geometría y estadísticas a sus alumnos del precordillerano pueblo de Huepi, comuna de Tucapel.

“En matemáticas todo vale”, dice Lilian, “yo empecé por lo que ellos conocen. Huepi es una localidad productora de miel y los niños tienen cercanía con eso. Observamos la geometría de los panales y los alumnos tuvieron que descubrir por qué las abejas usan hexágonos para construirlos en vez de un círculo o un cuadrado”. A través de cálculos y modelos a escala, los niños de Iº y IIIº medio concluyeron que esa figura le permitía usar un área más extensa a los insectos y, por lo tanto, producir más miel. También recorrieron los bosques y midieron los árboles para descubrir cuánto potencial tenían los terrenos colindantes con el liceo.

 

Quebrar la rutina y hacer ver a los niños que los conocimientos están en todo y no sólo en los libros es la meta de un profesor entretenido: llevar la didáctica a la práctica en cada enseñanza

Con esta metodología, los niños van construyendo su propio aprendizaje, saben discriminar sobre qué informaciones son útiles e incentivan su espíritu de investigación. “Aprendí mucho más con ella que en otras clases, porque me hacía sentir que yo estaba dispuesta para aprender”, cuenta Carla Varela, ex alumna de Lilian.

Las matemáticas es una de las materias que, precisamente, concita más preocupación hoy en día en distintos sistemas de educación. En Estados Unidos, por ejemplo, se está en pleno debate por lo que han llamado la crisis de la enseñanza de este ramo, con sólo el 51% de los estudiantes aprobando los exámenes estatales. Según los investigadores de ese país, la tendencia de los profesores a la memorización de fórmulas y operaciones sólo provocan que los niños no relacionen las matemáticas con lo que hacen en su vida diaria y terminen odiándolas.

 

Según estudios internacionales, los alumnos obtienen hasta 155 puntos más en pruebas de lenguaje y matemáticas cuando reciben clases entretenidas.

Las recomendaciones, entonces, apuntan a que los docentes se focalicen más en generar habilidades. Y para esto, una didáctica entretenida parece ser el mejor camino. Diversos estudios internacionales revelan la importancia de un profesor que logra crear un ambiente apropiado para el aprendizaje: las últimas mediciones del Laboratorio Latinoamericano de Calidad de la Educación de la Unesco, por ejemplo, muestran que los alumnos de este tipo de docente obtienen hasta 115 puntos más en las pruebas de Matemáticas y Lenguaje. La función del maestro en el aula es tan relevante que incluso puede contrarrestar los efectos negativos de un bajo nivel socioeconómico.

Juegos y chistes

Marco Barrales, reciente ganador del premio que entrega todos los años la Universidad Católica, EDU ciencias 2006 mención matemáticas, es otro ejemplo de un profesor poco tradicional. Para romper el hielo, comienza sus clases con un chiste: “Van dos ceros por el desierto y atrás de la duna se encuentran con un ocho revolcándose en la arena. Entonces un cero le dice al otro: ‘¡Es que con este calor!’”.

Como todo chiste matemático, requiere su explicación: un cero sobre otro cero es igual a ocho. “Sus chistes son demasiado fomes, pero igual las clases son las más entretenidas”, cuenta Germán Spoerer, alumno de III° del Colegio Alemán de Concepción. Por suerte Marco no enseña a punta de bromas. El usa el sudoku, juegos de lógica, cuenta historias y analizan la prensa para ver cómo los periodistas usan las cifras, a veces bien aplicadas, y otras mal. “La idea es desterrar el concepto de que las matemáticas son para algunos elegidos, todos pueden encantarse con ellas”, explica Barrales.

Involucrar a todos en el aprendizaje también es la máxima de la profesora de Comprensión de la Naturaleza, Carolina Cáceres, del Colegio Juan Pablo Duarte de Providencia. Junto a sus alumnos de 7° y 8° montan un laboratorio con materiales caseros: botellas plásticas, bombillas, tarros de café y frascos de colados a modo de mecheros y pipetas. Y en vez de productos químicos puros, trabaja con vinagre, champú o detergente. “Como son materiales cotidianos, los alumnos se dan cuanta que pueden experimentar en sus propias casas”, explica Carolina. Un 70% de las clases de esta profesora son de trabajos en equipo, sus alumnos se disfrazan, crean juegos de salón inspirados en el sistema digestivo y luego traspasan sus conocimientos a los alumnos de 4to. básico, probando en carne propia la importancia de ser didácticos a la hora de enseñar.

Pero tanta diversión en las aulas hay que tomarla con cuidado. “Se piensa que si el niño está motivado y entretenido va a aprender y no siempre es así”, explica Lorena Espinoza, coordinadora del proyecto LEM de matemáticas. “Es bueno cuando las cosas están situadas en un contexto cercano al niño, pero no es suficiente. Hay que hacer una ingeniería didáctica, analizar cómo el contexto puede o no gatillar la construcción de un  conocimiento”. Sin embrago, la entretención es la clave para dejar la puerta abierta a todo aprendizaje.

 Prácticas saludables en las aulas

Qué define a un buen profesor

Los indicadores utilizados en la evaluación docente y en el programa de acreditación de excelencia de maestros tienen que ver con aspectos como la planificación, los sistemas de evaluación y la didáctica, dentro de la cual la enseñanza según el contexto juega un rol trascendental. Aquí algunos de esos parámetros:

  • Didáctica: tiene relación con cómo el maestro hace la clase e incluye aspectos como el de ir de lo general a lo particular, mostrando diversos niveles de complejidad paulatinamente, de manera que cuando el niño se enfrenta a un problema sepa preguntarse qué elementos debe buscar, con qué herramientas puede contar y qué preguntas debe formularse para resolver el problema. También es importante difundir los contenidos según los intereses de los alumnos o el contexto en el que se desenvuelven diariamente. Como sumar kilos de pescado en el caso de hijos de pescadores.
  • Planificación: El profesor debe planificar cada clase en función de la unidad y cada unidad educativa en función de los objetivos del año. Por ejemplo, explicarles a los niños al inicio de cada clase qué se busca aprender y luego invitarlos a reflexionar sobre lo que estudiaron.
  • Evaluación: Es trascendental para medir si los niños aprendieron y por tanto seguir progresando. Implica, por ejemplo, que si la prueba es sobre una unidad, las preguntas deben abarcarla toda y no sólo parte de esa unidad. En el caso de lenguaje significa medir no sólo comprensión lectora, también uso del texto, lo que se logra a través de las preguntas abiertas. O en el de matemáticas, si se está evaluando multiplicaciones, los test no sólo deben incluir operaciones en forma simple, sino a través de problemas.


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