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LA TERCERA, 20 de noviembre, 2006.
Por: Marisol Olivares

Francisco Gutiérrez iba en segundo medio cuando en el patio de su colegio, el Instituto Nacional, se topó con un cartel que informaba acerca de la Escuela de Verano en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. El, que no había decidido qué estudiar, se consiguió $ 80 mil y se matriculó por enero en el curso de Matemáticas 1. Ese verano y los tres que le siguieron los pasó en “Ingeniería”. Este año, Francisco ingresó a esa carrera en primer lugar en la misma universidad, con 830 puntos promedio en la PSU.

Un primer apronte de lo que sucederá durante el primer año de universidad. Eso es lo que reciben los cientos de estudiantes secundarios que cada año ingresan a algunos de los programas de verano que ofrecen las universidades chilenas. Actualmente son tres las instituciones que los dictan: Católica y Católica de Valparaíso imparten cursos en el marco del programa Penta UC a estudiantes de bajos recursos de sexto a cuarto medio.  En la Universidad de Chile, a la tradicional Escuela de Verano de Ciencias Físicas y Matemáticas que cumple 18 años, esta temporada se le suma las “Jornadas Vocacionales” de la Facultad de Ciencias.

A principios de este año, 2.500 alumnos de enseñanza media participaron en los programas que ofrecen las universidades. Para el 2007 se espera que esta cifra supere los tres mil.

Según Patricio Rivera, director de extensión de dicha facultad, se han creado precisamente para que los estudiantes encuentren su verdadera vocación y así eviten la deserción de los primeros años, donde pierden las universidades y sobre todo las familias. Por esta razón, se van a dictar más de 15 cursos para alumnos de enseñanza media con excelencia académica, con diferentes unidades temáticas relacionadas con Física, Química, Biología y  Matemática. Serán de dos horas diarias e irán relacionados con el campo de la investigación.

En la Facultad de Ingeniería, sólo el año pasado ingresaron 2.300 alumnos de enseñanza media. El proyecto nació en 1988, cuando el ingeniero físico Nelson Zamorano notó que sus alumnos se maravillaban con los hoyos negros y la astrofísica. Esto, pensó, lo podrían aprender en el colegio. Ese verano se dictó Física y actualmente se desarrollan 30 cursos, entre éstos Computación, Química, Astronomía, Medicina, Economía, Ingeniería Forestal, Teatro, Matemáticas, Psicología y Ciencias de la Música, donde se arman instrumentos y descubren los elementos numéricos de la música.

Más que jugar a la universidad

“Esto no es un reforzamiento para el colegio, al que le iba mal en matemáticas aquí le va a ir peor”, recalca Zamorano. Los cursos de verano son como entrar a la universidad, aquí no corre la asistencia, si alguien no va más nadie lo llama y si no entendía el mito de por qué era tan difícil la universidad, en los cursos de verano van a tener un mes para saberlo. Así ocurre. Año a año miles de buenos alumnos se agolpan en las salas y se dan cuenta de lo que quieren ser ya no cuando grandes, sino en ese mismo momento.

En la PUC, desde hace dos veranos se realizan cursos para estudiantes de sexto básico a cuarto medio, en seis áreas de conocimiento, que van desde astronomía hasta las humanidades.

Las escuelas de verano entregan herramientas que ningún colegio da: el año pasado, de los 10 primeros lugares que ingresaron a Ingeniería, ocho habían estado en los cursos, donde además, los mejores alumnos pueden ser becados. También tienen clases con docentes titulares, algunos de los cuales son premios nacionales, rinden alrededor de tres controles a la semana, tienen tareas y en algunas carreras, cuando aprueban más de un curso, pueden convalidarlo con un ramo de primer semestre.

Más allá de lo académico, se forman grupos muy gratos. “Hay que ser especial para estudiar física con todo el calor de enero”, explica Zamorano. Por eso, la mayoría de los chicos que se encuentran en primer año se hacen amigos, estudian la misma carrera y muchos se han doctorado fuera.

Ocho de los 10 primeros lugares que ingresaron al Plan Común de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile habían estado al menos en uno de los cursos de la Escuela de Verano.

En la Universidad Católica de Valparaíso, las escuelas de verano son nuevas y parte del programa Penta UC, donde estudiantes de quinto básico y primero medio con talento académico son becados por los municipios. Además, este verano podrán participar alumnos con excelencia académica de colegios particulares. Para ingresar, todos deben rendir  pruebas. Así, según su directora, Leonor Conejeros, en dos semanas podrán ingresar a un programa de enriquecimiento que les entregará conocimientos que no son iguales a los del colegio ni a las carreras de pregrado, pero que entregan profundidad y complejidad en contenidos y dicen relación con Matemática, Química, Biología, Ciencias del Mar, Lenguaje e Historia

En la Universidad Católica de Santiago, este tipo de actividades se realiza desde hace dos años en el Campus San Joaquín y los alumnos asisten durante dos semanas a ocho ramos que van desde Astronomía hasta Literatura, pasando por Economía, Sociología, Historia y tardes culturales. Todo verano tiene algo nuevo bajo el sol.

LA OFERTA DE ENERO

Escuela de Verano, Fac. de Ciencias Físicas y matemáticas: Costo: $ 80.000 el mes. Horario: 9.00 – 18.00 hrs.

Jornadas Vocacionales, Facultad de Ciencias U. De Chile. Costo: $ 50.000. Horario: Módulos de dos horas diarias por un mes.

 

Programa Beta, PUCV Escuelas de Verano. Costo: $80.000 la quincena.
Horario: 9.00 a 13.00 y dos tardes a la semana con actividades culturales, incluye almuerzo.

 

Escuela de Verano Penta UC. Costo: $20.000 la inscripción a la prueba y $140.000 el curso de dos semanas. Horario: 9.00-13.00 con tardes culturales y almuerzo.


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