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LA TERCERA, 30 de noviembre, 2006.

“Para cualquier papá es complicado que le digan que su hijo tiene una conducta no esperada o que agrede a los demás”, explica la sicóloga María Isabel Toledo, académica de la U. Diego Portales y coautora del libro “Intimidación entre estudiantes” (Ed. Lom). Y debido a lo incómodo de esta revelación, es que muchos padres reaccionan de manera no adecuada cuando sus hijos son matones (ver recuadro).

Según Rosalind Wiseman, experta de EE.UU y autora del libro Queen Bee Moms & Kingpin Dads (bestseller en el New York Times), son precisamente estos padres, las  “Madres abejas reina” y “Papás sabelotodo”, los que actúan de modo más incorrecto a la hora de abordar este problema con sus hijos.

 

Según experta de EE.UU, por evitarle problemas al hijo que se convierte en agresor de sus pares los padres llegan a minimizar su responsabilidad ante conductas negativas, a negarlas o, bien, a echarle la culpa al agredido de lo que sucedió. A largo plazo, esto hace sentir al menor que su conducta está avalada.

Minimizar problemas

La experta dice que hay un tipo especial de sobreprotección: aquella que, por evitarle problemas al hijo, lleva a los padres a minimizar su responsabilidad ante conductas negativas. Para Wiseman, esto difiere de la indiferencia, porque ésta se aplica a toda la vida de un niño, mientras que estos papás protegen al hijo de su propia responsabilidad.

En el caso del amedrentador de un curso, estos adultos defienden al hijo diciendo que no fue su intención golpear a otro menor, que el otro compañero es muy sensible a sus ataques verbales o que los demás están exagerando la magnitud de los hechos. En el largo plazo, indica, esto puede hacer sentir al niño que cuenta con avales para su conducta.

Cuando son confrontados estos adultos alegan que sólo están protegiendo a sus hijos, pero -como dice la investigadora- “a menudo estos padres terminan sobreprotegiendo a los hijos de dos formas: les impiden enfrentar las frustraciones y encontrar sus propias  soluciones, y les evitan hacerse responsables de su mal comportamiento”.

 

Razones para callar

 

En el caso del matonaje escolar, los expertos coinciden en que es algo que se debe hablar, pero muchos padres de niños agredidos callan. Esto, según Wiseman, es porque piensan que sólo se pueden hacer cargo de su propio comportamiento y no del de los demás, que hablar la situación sólo empeorará las cosas y que no pueden ponerse al nivel de la persona agresora, lo que lleva a empeorar el calvario que viven sus hijos.

Qué pueden hacer los papás de los intimidadores


Más que haber responsables o errores de unos y otros en un caso de violencia escolar, para la sicóloga María Isabel Toledo se trata de “un sistema en que algo no funciona. No es que unos lo hagan mal y otros no, sino que se combinan vínculos sociales con las características de cada persona. Se dan con más intensidad en ambientes de intolerancia”.
Por ello, recomienda en el libro “Intimidación escolar” lo siguiente:

  • Explicar al hijo que intimidar no es un juego y que no se va a permitir ese comportamiento.
  • Establecer normas explícitas sobre las relaciones interpersonales.
  • No castigarlo, sino que preguntarle por qué lo hace. Puede estar ocultando una carencia o tratando de llamar la atención.
  • Dar el ejemplo y cumplir las reglas establecidas.
  • Conocer a sus amigos y pasar tiempo con él.
  • Estimular las habilidades y comportamientos positivos.

 

Cómo actuar si agreden a un hijo


“Este fenómeno tiene una particularidad que acontece en el silencio. Esto ocurre casi siempre en lugares en que no están los adultos”, explica la sicóloga de la U. Diego Portales María Isabel Toledo, quien agrega que “para los niños el contar que está siendo molestado es muy complejo, porque se desvalorizan a sí mismos. Es reconocer que se es víctima y que lo están molestando”.
Por eso recomienda como primera cosa no callar el problema:

  • Hablar con los profesores para que actúen de mediadores y sacar del silencio este problema.
  • Reforzarlo positivamente y ayudarlo a que aumente su autoestima destacando sus habilidades.
  • Enseñarles a manejar el conflicto. Jamás contestando con otra agresión, sino que, por ejemplo, utilizando el humor, riéndose o contestando con una broma. Esto demuestra indiferencia ante la burla y le resta importancia al acto.
  • También sirve responder las burlas con elogios o estar de acuerdo con los hechos. Si a un niño lo molestan por llorón, decirle que conteste: “sí, lloro fácilmente. Es verdad”.

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