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LA TERCERA, 7 de enero de 2007.
Por : Marisol Olivares / Daniela Silva

Se estaban preparando para rendir el Bachillerato, cuando en septiembre de 1966 se escuchó la gran noticia: desde enero ya no se aplicaría más ese examen de desarrollo, que tenía preguntas abiertas, con una parte oral que se respondía en forma individual y donde la calificación la entregaba una comisión. Con el fin de hacer más objetivo el ingreso a la universidad y establecer un predictor de rendimiento, la Universidad de Chile creó una prueba al estilo americano: 50 preguntas de selección múltiple, donde se evaluaban seis materias, se respondía en hoja aparte y las correcciones las hacía un computador a tubos halógenos.

Una de las creadoras del test, Erika Himmel, recuerda: Nos encomendábamos a todos los santos para que el computador no se apagara, si no había que empezar todo de nuevo. Pero los ruegos no sirvieron: veinte mil hojas de respuesta fueron rechazadas, de los 28 mil que rindieron la evaluación.

El 11 de enero de 1967, varios personajes conocidos tomaron el lápiz Faber Castel N° 2 y fueron encerrados en los colegios, donde debían rendir la primera PAA: el ex ministro de Hacienda, Eduardo Aninat, obtuvo 673 puntos en Verbal y 698 en Matemáticas; el  ingeniero Javier Etcheberry, 733 y 768, respectivamente; el periodista Italo Passalacqua, 598 y 508; la hija del general Pinochet, Lucía, logró 568 y 478; y el abogado de Derechos Humanos, Héctor Salazar, ponderó 595 puntos.

Dos meses tuvieron que esperar los de la Generación de 1967 para saber sus resultados. Como no existían precedentes de lo que era buen puntaje, tuvieron que aguantar hasta fines de febrero para saber si quedaban en las universidades, matricularse al día siguiente y  empezar las clases a comienzos de marzo.

Pero también hubo puntajes nacionales. Como el de Pedro Barros, quien falleció hace algunos meses y quien obtuvo el máximo ponderado: 797 puntos entre Verbal y  Matemáticas. Aunque no se publicaron en los diarios, La Tercera los rastreó e, incluso a algunos les informó que habían sido los primeros puntajes nacionales de una prueba que, aunque ya no se aplica, dejó huella por lo innovadora. Fue la primera de selección múltiple, que medía comprensión lectora, que tenía preguntas de suficiencia de datos en matemáticas y el tradicional lápiz de mina.

818 puntos en Verbal : José Luis Valenzuela, el error

No sabía lo que era un puntaje alto, lo único que nos habían contado es que el máximo iba a ser 800 puntos, por eso cuando vi que había sacado 818 pensé que se trataba de un error, así que fui a reclamar a la Universidad de Chile, donde estaban publicados los resultados. Allí me dijeron que estaba bien, que me había escapado de la media, cuenta José Luis Valenzuela, 40 años después, desde su oficina de consultor en Planificación Estratégica de Codelco.

Estudió en un solo colegio: el Liceo 11. De allí egresó con promedio 6.7 y el diploma de mejor alumno de su promoción. Durante todo el año estuvo preparando el Bachillerato en Francés, el cual había elegido para desarrollar la sección que evaluaba idioma. En eso estaba cuando en septiembre se enteró que venía una prueba nueva, muy distinta a la anterior y que a esas alturas ya no había mucho más que hacer. Sólo unos días antes, en su colegio le hicieron el único ensayo de selección múltiple que conoció antes de la Prueba de Aptitud Académica.

Con el puntaje en la mano postuló al Plan Común de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile, donde fue aceptado en primera lista. Luego , en cuarto año, se decidió por la  especialización en Química, de la que se tituló a mediados de los 70.

Y aunque toda su carrera ha estado ligada a las ciencias y las matemáticas, él explica porque su puntaje más alto lo obtuvo en verbal, una disciplina de la que se ha mantenido alejado: Lo que pasa es que mi corazón siempre ha sido humanista, aunque trabaje con números, soy más cercano a las Ciencias Sociales, dice.

El fraude de la PAA : Li Kun San, el joven chino que burló el proceso de admisión

En febrero de 1967 el nombre del estudiante Li Kung San, se oyó por todas partes e incluso aún se recuerda como el gran mito de la PAA. La razón: obtuvo 920 puntos en la Prueba Específica de Matemáticas y 1.014 puntos en la de Física, cifras que no volvieron a repetirse. En ese entonces la prensa publicó: Fue el primer genio que registró el cerebro de la Prueba de Aptitud… Acomplejó el cerebro electrónico.

Se trataba de un joven nacido en la China comunista, que un tío había traído a vivir con él a su casa en Quinta Normal, estudió en varios colegios y se graduó del Alonso de Ercilla, con promedio 6.2, donde todavía lo recuerdan como un alumno brillante.

Y aunque el puntaje máximo no debía superar los 830 puntos, Érika Himmel, una de las  creadoras del test de selección, explica lo sucedido: estaba contemplado que en las pruebas de conocimientos específicos se produjeran muchas respuestas incorrectas, pero él sólo las tuvo todas buenas, por lo que su puntaje se disparó, alcanzando un 40% más de puntos que el segundo aceptado en Ingeniería o Ciencias, carreras a las que postuló.

Pero algo pasó a partir de marzo cuando este genio de la PAA ingresó a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, sede que se enorgullecía de tenerlo en sus aulas e incluso lo publicitaba. Durante las primeras evaluaciones, sus notas resultaron ser demasiado deficientes y su rendimiento comenzó a ser muy inferior al del resto de sus compañeros.

¿Acaso la PAA se había equivocado tanto como predictor? Su prueba de selección fue revisada manualmente y allí se habría descubierto la verdad: El lector óptico estaba programado sólo para verificar si se marcaba la alternativa correcta de cada pregunta; si este casillero estaba vacío, entonces la consideraba mala. Pero lo que el computador no podía hacer era distinguir si, además de la opción correcta, el alumno marcaba otras alternativas y eso fue precisamente lo que hizo Kung San: marcar todas las opciones de respuesta en cada pregunta. Por eso, las tuvo todas buenas. Una vez que se supo la noticia, cuenta el mito que el estudiante desapareció de la Facultad. Lo cierto es que no figura como titulado en ningún plan de la institución a la que entró en primer lugar.

862 en Biología :Edmundo Bordeu, el enólogo de los 800 puntos

A diferencia de la mayoría de los estudiantes que se sometieron a la evaluación pionera, Edmundo Bordeu sí se preparó para rendir la PAA. Aunque en ese entonces no existían preuniversitarios ni facsímiles, unas primas pedagogas le consiguieron a un profesor particular para que lo prepara para el nuevo proceso de selección universitaria y el resultado fue mejor de lo que esperaba. Tanto que fue puntaje nacional, aunque hasta hoy no lo sabía. Pensé que me había ido bien, pero no tanto. Lo único que supe es que era uno de los  mejores puntajes del Verbo Divino, dice este enólogo al recordar que obtuvo 823 puntos en Verbal y 862 en Biología. En su colegio, cuando ya se sabía cómo iba a ser el sistema de evaluación, unos meses antes del día de la rendición de la prueba le hicieron unos ensayos con facsímiles que habían improvisado, intuyendo la forma de las preguntas.

Recuerda que se enteró de los resultados mientras estaba de vacaciones en el campo: una mañana de febrero sus papás lo llamaron por teléfono, le leyeron los resultados que aparecieron en el diario y gritaron la seguidilla de puntajes sobre 800 que obtuvo. Al igual que la mayoría de los buenos puntajes de la generación de 1967 el también postuló a Ingeniería en la Universidad de Chile, en donde fue aceptado en primera lista. Pero en ese entonces uno postulaba a todas las carreras que quería y cuando estaba claro que uno quedaba, ahí recién elegía qué estudiar, cuenta. Y su elección tuvo que ver con el campo, ingresó a Agronomía en la Universidad de Chile, en donde se tituló en 1971.

Posteriormente hizo un diplomado en Enología en la Universidad de Bordeux II en Francia y en 1990 terminó un Doctorado en Microbiología Enológica en la Universidad de California-Davis, en Estados Unidos.

En la actualidad se dedica a la docencia, es profesor del Departamento de Agricultura y Enología de la Universidad Católica. Y aunque su exitoso puntaje pasó inadvertido para los medios de comunicación e incluso por su familia que ignoraba su posición de nacional el brindis sí pudo hacerlo a inicios de los 70: A mi esposa le fue tremendamente bien, de ella sí sabíamos que fue puntaje nacional, incluso apareció en la revista Ritmo, cuenta.

818 en Matemáticas : Nicolás Martelli, entre la Ingeniería y el Teatro

Cursaba cuarto año de enseñanza media en el Colegio Saint George cuando uno de sus profesores, el sacerdote Francis Provenzano, sospechó cómo sería la nueva prueba de selección para ingresar a la universidad. Todavía no se había dicho que se iba a cambiar el bachillerato, ni tampoco el tipo de prueba
que iba a instaurarse, pero el religioso ya lo intuía y comenzó a preparar semanalmente a sus alumnos de la misma manera como se hace ahora: con facsímiles. Como en ese momento era imposible conseguirlos en el país, Provenzano viajó a Estados Unidos y los trajo.

Con esos primitivos ensayos, donde también medían el tiempo en que los alumnos  demoraban en responder, los Georgeanos fueron entrenados casi todo el año,  respondiendo preguntas de alternativas. Cuando se dio a conocer la noticia que sepultó el Bachillerato, Martelli ya se sentía preparado para enfrentarse al nuevo test.

No era el mejor alumno de su curso y lo único que recuerda es que ingresó en segundo lugar a Ingeniería Civil en Obras Civiles en la Universidad de Chile. Pero también que, antes de pasar a cuarto año se quería cambiar. Siempre se sintió muy cercano al Teatro y, cuando en 1971 la Universidad Católica inauguró su Escuela de Artes de la Comunicación, estaba decidido a desertar y a optar por las más artísticas de las alternativas.

Sin embargo, cuando estaba a punto de dejar el hormigón por las tablas, unos compañeros lo convencieron de tomar juntos un magíster en Ingeniería Económica y traspasarse a la especialidad de Industrias que era más humanista. Así lo hizo: en las mañanas estudiaba Teatro y por las tardes iba al magíster. Finalmente se tituló de ingeniero y logró egresar de Teatro. Hoy trabaja combinando las dos disciplinas: como director de Comunicación Interactiva, donde mezcla el histrionismo con el método.


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