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LA TERCERA Domingo 4 de marzo de 2007
Por : Daniela Silva

“¿Que es bibliografía?”. La pregunta se la han hecho más de una vez alumnos de primer año a Claudia Gilardoni, directora de Biblioteca de la Universidad Finis Terrae, y la  sorprendió al punto de llevarla a estudiar el hábito lector de los universitarios chilenos.

La investigación efectuada en 2005 entre más de 30 mil estudiantes de universidades privadas y tradicionales del país, indagaba cuántos libros que no estuvieran en la bibliografía obligatoria de su carrera leían los jóvenes y qué valoración le asignaban a la lectura en sus vidas.

La conclusión: el 34,5% de los estudiantes de las universidades del Consejo de Rectores no tiene el hábito de lectura y la cifra aumenta a un 41,8% en el caso de las entidades privadas. “Muy pocos tenían el hábito y muchos veían a la lectura sólo como algo funcional, que responde a la vida académica y que se orienta a conseguir logros, más que verla como una manera de aprender y entretenerse”, comenta Gilardoni.

Falencia que se arrastra desde la vida escolar, pero que trae consecuencias profundas en las aulas universitarias: los jóvenes no conocen el léxico presente en las disciplinas que se les enseña, no comprenden lo que leen, son incapaces de relacionar dos ideas no conectadas explícitamente en un texto y de comparar conceptos expresados en distintos documentos.  “No sólo tienen bajas habilidades de comprensión lectora. También hay que entender que no todos los textos se leen igual, hay distintos tipos y formatos”, explica Mailing Rivera, quien condujo un estudio en los mechones de cuatro carreras de la Universidad de Antofagasta.

Sus resultados no difieren de lo hallado por Gilardoni. El 46,3% de los estudiantes no entiende un texto cuando lo lee, o sea, no es capaz de extraer las ideas centrales. Y el 31,7% no puede asociar textos de más de una disciplina.

También lo ha vivido Luis Alfredo Espinoza, director de la Escuela de Educación Básica de la Universidad Central: “Sorprende que en un artículo de dificultad media, los estudiantes tengan déficit de conocimientos de léxico de más de diez palabras por página”.

Círculo vicioso

Esta falencia influye directamente en el rendimiento académico, pues, a diferencia del  colegio donde es común utilizar un pensamiento lineal, simple y memorístico, en la universidad se requiere un razonamiento más profundo, con capacidad de análisis, de síntesis, reflexión y opinión. Y esa es la forma de pensar que propicia la lectura.

A la pobreza de vocabulario se suma la falta de experticia en la biblioteca, porque muy pocos están familiarizados con el sistema de búsqueda a través de catálogos. “El tema es que todos estos problemas pueden llevar a que estos estudiantes luego sean profesionales que no vayan a las bibliotecas o librerías y por lo tanto no estén al día en sus disciplinas”, vaticina Gilardoni.

El déficit proviene del colegio: un 52,2% de los escolares con un rendimiento medio no tiene hábitos de lectura, mientras que el 63% de los alumnos mejor evaluados ha leído al menos un libro en el año por interés propio, señala una encuesta del Departamento de Sociología de la UC.

El problema es que se genera un círculo vicioso entre mal rendimiento y falta de lectura, que luego se repite en la universidad. “Sobre todo porque en la actual formación universitaria por competencias se entregan menos contenido a los estudiantes, buscando que ‘aprendan a aprender’ y busquen su conocimiento”, explica Gilardoni. “Lo normal de las carreras es aprender casi el cien por ciento leyendo. La Educación Superior no va a mejorar, hasta que no mejore la comprensión lectora”, concluye Mailing Rivera.

Todo tipo de textos, cómics, revistas o diarios, sirve
Para tener un primer año exitoso

Los expertos entregan algunos consejos para tener un buen rendimiento en primer año de universidad:

Aprender a leer distintos formatos de textos. Hay que diferenciar entre un texto narrativo, un ensayo y un texto científico.

Leer mucho y de cualquier tema que le interese al estudiante: Cómics, diarios, revistas, todo aumenta el vocabulario y la destreza lectora.

Leer textos referentes a su especialidad. Es necesario crear un cuerpo de conocimientos amplio y un conocimiento de la jerga técnica.

Organizar los tiempos para estudiar lo necesario, sin perder la posibilidad de entretención .

Calcular a lo menos una hora de estudio semanal, por cada hora de clases de una asignatura.

Tratar de vincular lo que se está estudiando con el trabajo futuro y con la realidad.

Usar estrategias superiores de aprendizaje, como los mapas conceptuales.

Expertos recomiendan no centrarse en estrategias básicas, como repetición y resúmenes,  sino que usar otras como la contextualización, significación y funcionalidad.

Saber utilizar bien la libertad con autocontrol y autodisciplina. Los alumnos provienen de sistemas muy controlados en el colegio, con lo que les es difícil adaptarse a las nuevas exigencias universitarias.


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