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LA TERCERA Viernes 9 de marzo de 2007
Por: Paulina Sepúlveda y Paula Silva

Las matemáticas en el colegio pueden ser una barrera para muchos niños y para otros un mundo mágico y sencillo de comprender. Lo mismo sucede al aprender otro idioma o ciencias. Muchos padres para facilitar ese proceso introducen desde pequeños a sus hijos en un mundo de accesorios educativos, desde libros hasta DVD, con la esperanza de estimular su aprendizaje.

Personas para aprender

La mala noticia es que toda esa inversión no tiene mayor influencia si no cuenta con un ingrediente: la interacción con personas. No entendemos exactamente por qué el ser humano es tan especial. Pensamos que es porque cuando la guagua ve a una persona real, hay mucha interacción, la mira a los ojos, escucha su tono de voz, se produce una conexión. Pero si ve TV, no hay interacción, explica Patricia Kuhl, de la U. De Washington, EE.UU., quien participó en el simposio organizado por la U. de Chile Educación Temprana y Desarrollo Cerebral.

Es necesario que haya una interacción con seres humanos. Los niños necesitan personas para aprender, destaca Kuhl.

La forma en que el cerebro infantil adquiere conocimiento, según los especialistas, se acerca mucho más al campo de la imaginación y la estimulación de los sentidos que al de complejas herramientas tecnológicas.

La clave: buscar soluciones

La inteligencia en la sociedad moderna no se puede desarrollar sin la escuela, destaca Elsbeth Stern, del Instituto de Ciencias de la Conducta para la Investigación en Aprendizaje e Instrucción, de Suiza, quien también participó en el encuentro de la U. de Chile. En el entorno son determinantes la interacción entre profesor y estudiante: Para que se den las condiciones ideales de aprendizaje, el modo en que actúa el profesor, su lenguaje corporal y forma de comunicarse son muy importantes, afirma Stern.

Los profesores que estimulan a los estudiantes a encontrar su propio camino para entender los problemas y resolverlos, agrega Stern, son una mejor ayuda que aquellos que sólo dan intrucciones directas y los alumnos tienen que copiar la forma en que él piensa. Un balance entre la instrucción guiada y el aprendizaje de descubrimiento asegura un mejor efecto.

Estimulación de los sentidos

El aprendizaje tiene éxito a largo plazo cuando los contenidos provienen del entorno más próximo e implica la participación del máximo de sentidos de los niños, aclara Stern.

Esas experiencias cercanas al mundo de los menores se relacionan con el juego, sostiene Kathy Hirsh-Pasek, de la U. de Temple (EE.UU.). El juego mejora las habilidades lectoras y escritoras de los preescolares. Los niños que juegan aumentan su vocabulario y tienen menos problemas sociales de adaptación, aclara. Pero ese espacio en el cual se libera la imaginación necesita un elemento vital: ser guiado. Decirle al niño mira ese bloque verde, ¿pongámoslo encima del rojo para hacer una torre?, es más efectivo para incentivar la creatividad de los niños, además de favorecer la interacción social y despertar la curiosidad, indica Hirsh-Pasek.

 Elementos de una enseñanza perdurable

Dos de cada tres niños prefieren que sus padres les lean un libro tradicional por sobre uno electrónico, indica un estudio hecho por Kathy Hirsh-Pasek en EE.UU.

Los niños aprenden mejor con los libros tradicionales, pues en los electrónicos se enfocan en botones y sonidos.

Los textos convencionales permiten centrarse en el contenido y favorecen la interacción  con los padres, de donde obtienen más información.

En otro experimento, niños de tres a seis años vieron un programa educativo en TV. En un caso había mamás explicando los contenidos y en el otro sólo la TV. Los investigadores descubrieron que los menores aprendieron sólo con el estímulo de las personas, lo que confirma que los preescolares aprenden mucho mejor cuando el estímulo es presentado por otro individuo.

 


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