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Michael Fullan es reconocido a nivel mundial como una autoridad en reformas educacionales. De hecho, este académico canadiense ha jugado un papel clave en los cambios que se han introducido en el sistema de enseñanza de Ontario. De visita en Chile para participar en el seminario «Las claves del cambio en la escuela» de Fundación Chile -mañana en el hotel Crowne Plaza-, analiza algunas de sus propuestas.

– Es una de las personas que más ha hablado de cambio educativo, ¿cómo define este cambio?
La definición de cambio tiene que incluir dos conceptos: las metas de la reforma y cómo llegar a esas metas. Por ejemplo, en la reforma de Ontario -para un sistema de 4.800 escuelas y dos millones de estudiantes, las metas centrales son tres: aumento de la capacidad lectora, de la capacidad matemática y de la tasa de graduación escolar. También decimos que subir las exigencias y reducir las diferencias es un imperativo moral. La clave está en desarrollar estrategias de «creación de capacidad». Es decir, aumentar los conocimientos y las habilidades de profesores y directores.
Los gobiernos suelen centrar sus reformas en la estructura o el currículum, porque son más fáciles de hacer a través de leyes y anuncios políticos. Esto puede ayudar, pero no aborda el aspecto principal, que es dar capacidad a los profesores y directores. Esta es la parte más difícil.

– Usted ha dicho que enseñar es una profesión «intelectual y científica».
La formación de profesores de calidad implica entregarles una combinación de un fuerte propósito moral
-esto significa que ellos tengan la voluntad de marcar la diferencia en la vida de  los niños- y las competencias intelectuales.
El reciente informe de McKinsey sobre los sistemas escolares de mejor desempeño en el  mundo encontró que los países de rendimiento superior desarrollaron una política que generó cualidades académicas en los nuevos profesores, junto con amor por la enseñanza y propósito moral.

– ¿Cómo puede la nueva generación de profesores aprender nuevas prácticas?
Se necesita establecer culturas en las escuelas,
en las cuales los profesores aprendan unos de otros, lo que llamamos comunidades de aprendizaje profesional. El docente que trabajan aislado detrás de la puerta de la sala de clases no es un profesor efectivo.
También se necesita desarrollar los roles de los directores de escuela, de manera que ellos lideren el cambio.

– En su propuesta, el liderazgo del director es clave. ¿Qué se necesita para que este liderazgo sea efectivo?
El liderazgo escolar es ir más allá de ser un administrador.
Es ayudar a los profesores a desarrollarse, a focalizar su actividad en la enseñanza y a relacionar sus acciones con los resultados que están logrando.
Pero para esto, se requiere que la infraestructura (esto es, la combinación del nivel municipal, el académico o de otras agencias involucradas) defina el nuevo rol del director, y proporcione la capacitación, haga seguimientos y otorgue el apoyo técnico para que ellos reaprendan su trabajo.

– ¿Es necesario contar con una agencia de aseguramiento de la calidad?
La clave de una reforma es entender que se trata de un cambio cultural y la definición más simple de cultura es «la forma en que hacemos las cosas».
Significa nuevos hábitos de enseñanza y aprendizaje, acostumbrarse a usar información de las evaluaciones como estrategia de mejoramiento. No hay que centrarse sólo en una «reforma estructural», sino abordar el cambio cultural.
Sobre una agencia nacional, sí se necesita, para coordinar una reforma que integre la orientación y los recursos que provienen del gobierno con la capacidad constructiva que surge «desde abajo».

– ¿Qué rol cumplen las tecnologías de la información?
Soy cauteloso a este respecto, porque es muy fácil caer en la trampa de invertir en TIC, que sólo son cambios estructurales. Necesitamos centrarnos en la creación de redes que creen capacidad y en las que las TIC  jueguen un rol útil, pero no dominante. Durante los últimos cinco años hemos aprendido mucho respecto de cómo se hace esto. Si se aplica este conocimiento, se pueden esperar buenos resultados dentro de los primeros dos o tres años, para luego continuar construyendo sobre esa base.

– ¿Qué apreciación tiene de la brecha entre alumnos de alto y bajo rendimiento en países como Chile?
En la reciente evaluación PISA, Chile tuvo el mejor desempeño en ciencia, matemática y capacidad lectora de toda América Latina, pero al mismo tiempo, tuvo una de las mayores diferencias entre los colegios de mejor desempeño y los de peor desempeño. Esto significa que Chile debiera darle una prioridad muy fuerte a la reducción de esta distancia. Esto se hace definiendo esta brecha como un problema e invirtiendo en la capacidad de los profesores y directores de mal desempeño, incluyendo la entrega de incentivos.

La Tercera


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