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Biografías en Icarito
Enrique Manuel Simpson Baeza
Francisco Vidal Gormaz
Exploradores y colonos en Aysén (1870-1927): La lenta y difícil ocupación de la Patagonia occidental

La dilatada extensión de la Patagonia occidental fue una región lejana e inhóspita para los exploradores que se aventuraron en sus frías tierras.

La zona costera, desmembrada en múltiples archipiélagos, canales y entradas marítimas, eternamente lluviosa y cubierta de espesa selva, contrasta con las grandes y áridas mesetas del interior, azotadas por fuertes vientos y sin otra vegetación que gramíneas y pastos duros. La cordillera de Los Andes se bifurca en múltiples ramas, cortada por  valles glaciares y ríos que nacen en la estepa para caer al Océano Pacífico, como los ríos Aysén, Simpson, Cisnes y el río Baker, a través del cual desaguan los lagos General Carrera y Cochrane. En la zona sur de la región, se levantan dos gigantescas mesetas de hielo que desaguan a través de ventisqueros en aguas marinas o lacustres.

Desde que se consolidó el dominio español en el archipiélago de Chiloé a principios del siglo XVII, hasta que sucesivas expediciones reconocieran la zona del estrecho de Magallanes, las vastas soledades que mediaron entre ambos puntos permanecieron como espacios ignotos, siendo explorados de manera muy esporádica por viajeros en busca de la mítica Ciudad de los Césares o por abnegados misioneros que llegaron a enseñar la fe cristiana a las etnias errantes de los canales australes.

Sus costas habían sido ya visitadas por expediciones científicas como la de Robert Fitz-Roy, pero fue en 1857 cuando se realizó el primer intento de exploración de los canales australes a cargo de la Marina chilena.

Aunque el teniente Francisco Hudson, a cargo de la expedición, naufragó y murió, cinco años después el capitán Francisco Vidal Gormaz fue comisionado para reconocer las costas de Chiloé continental y las Guaitecas. En 1870, la Armada encargó al capitán Enrique Simpson el reconocimiento de la costa occidental patagónica, con la expresa misión de encontrar un paso hacia los valles interiores. Luego de dos intentos frustrados, logró llegar hasta los inicios de la meseta patagónica, descubriendo el valle del río que lleva su nombre.

En 1881, en plena Guerra del Pacífico, Chile firmó un tratado con Argentina por medio del cual se fijó el límite binacional en la línea de altas cumbres y la divisoria continental de aguas. Sin embargo, la compleja geografía de la región hizo necesario recurrir al arbitraje de la monarquía inglesa para definir claramente el trazado de la línea
fronteriza. En vista de ello, el gobierno contrató al geógrafo alemán Hans Steffen para que hiciera un completo reconocimiento de la región, misión que cumplió entre 1892 y 1902.

Al quedar definitivamente establecidas las fronteras luego del Laudo Arbitral de 1902, el gobierno procedió a entregar grandes extensiones de tierra en arrendamiento a compañías ganaderas, con la condición de que desarrollaran las potencialidades productivas de la región. Entre las
grandes concesionarias destacó la Sociedad Industrial de Aysén, instalada en los valles de Aysén, Simpson y Mañihuales, que construyó un camino desde sus estancias al costado oriental de la cordillera hasta la costa, instalando una línea marítima entre Puerto Aysén y Puerto Montt.

Fuente: Memoria Chilena


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