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Muchos nutrientes como los aminoácidos, los minerales y algunas vitaminas tales como el ácido fólico y la vitamina B-12 dependen de la acidez adecuada del estómago para que se puedan digerir y absorber.
El ácido gástrico realiza estas funciones de la digestión y de la absorción al optimizar el pH del estómago al provocar la acción de la propia enzima digestiva estomacal, llamada la pepsina.

Desbaratar a los alimentos enteros en sus componentes nutricionales para que puedan ser adecuadamente absortos en el torrente sanguíneo es la razón de ser de la digestión.

Para muchos nutrimentos esenciales, este proceso de degradación tiene que ocurrir en un grado óptimo dentro de un rango estrecho de acidez relativa.

Si, por un lado, encontramos muy poco ácido. No pueden ocurrir en su adecuada eficiencia las reacciones químicas normales requeridas para desbaratar y preparar a los nutrimentos para su absorción. Si, por desgracia esta situación persiste por un período largo de tiempo, esto puede acarrear un estado de mala nutrición selectiva afectando en forma adversa a varias de nuestras funciones corporales vitales. Inclusive algunas de cuales están fuera del aparato digestivo.

En el otro extremo del pH, demasiada acidez puede destruir a los tejidos del tracto digestivo contribuyendo a la formación de úlceras. Aunque muchos investigadores – en la actualidad — consideramos que la verdadera hiperacidez a largo plazo no es tan común como se pensaba.

Hay una enzima llamada pepsina que es necesaria para la digestión óptima inicial de las proteínas. Durante la ingestión de la comida, la secreción del ácido gástrico dispara la producción de la pepsina. Ahora bien, si los niveles de ácido están disminuidos, obvio que los niveles de pepsina también. Esto causará que las proteínas no se desbaraten en aminoácidos. La deficiencia consecuente de muchos aminoácidos esenciales puede llevarnos a la depresión, el insomnio, la ansiedad y muchas otras enfermedades peligrosas a largo plazo.

Para empeorar el cuadro, las proteínas que se escapan a la digestión por la pepsina pueden pasar al torrente sanguíneo, lo cual normalmente no sucedería en un tracto gastrointestinal sano. Como sabemos, el cuerpo casi siempre reacciona contra la presencia de proteínas extrañas en la sangre u otros tejidos. La respuesta inmunonológica resultante es similar a lo que pasa cuando el cuerpo moviliza sus defensas, para eliminar una infección.

 


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