El regreso a clases será muy distinto del originalmente previsto. Las conversaciones ya no girarán en torno a las vacaciones. Muchos niños llegarán con dificultades para conciliar el sueño y para relacionarse, dolores físicos y temor a separarse de los padres.
A ello se agregan problemas de memoria y de concentración e, incluso peor rendimiento en pruebas cognitivas, usuales en niños que se han expuesto a traumas.
Por eso, el Mineduc impulsará un completo plan de intervención y los colegios preparan a sus profesores para que sean claves en la recuperación de los alumnos.
La primera medida es retomar cuanto antes la rutina, pero que ello no signifique hacer como si nada hubiera pasado. «Los colegios deben hacer una intervención en crisis. Permitir que estudiantes y profesores cuenten lo que les pasa», asegura la sicóloga de la UC, Isidora Mena.
El rol de los docentes es vital: después de los padres, ellos son los adultos a cargo de los niños. Y la presencia de adultos acogedores es fundamental para sobreponerse a situaciones adversas. «Si el profesor no está bien, el niño se sentirá inseguro», dice la sicóloga de la UC, Ana María Arón.
Los docentes deben abrir espacios para que los niños expresen sus emociones y enseñarles por qué ocurren los sismos. Lo primero permite manejar mejor las emociones, mientras que racionalizar el hecho, ayuda a disminuir el temor. «Los niños han perdido lugares y espacio para el juego, han sentido el golpe», afirma Paz Valenzuela, directora del Centro de Atención Psicológica de la U. Andrés Bello.
Tampoco debería haber pruebas durante dos meses. Cuando alguien está expuesto a un gran temor, aumenta la secreción de hormonas, que ayudan responder ante la amenaza. En los niños este sistema tiende a permanecer activo, creando un desbalance en el cerebro, que puede, a largo plazo, atrasar el desarrollo cognitivo. «El cerebro no puede seleccionar lo que va a aprender de lo que no», explica la neurosiquiatra Amanda Céspedes.
«El cómo se vivan los primeros días de colegio será clave en la forma en que los niños responderán en el año», agrega Viviana Galdames, directora de Pedagogía de la U. Alberto Hurtado. En el Colegio Cumbres y en el República de Siria no harán pruebas por algunas semanas a los niños más chicos. También se han programado clases lúdicas, mientras otros establecimientos permitirán a los padres acompañar a sus hijos.
El plan de intervención
El Mineduc convocó a sicólogos, sicopedagogos y asistentes sociales a elaborar un plan para contener y capacitar a los docentes, para que traten con los niños; y derivar a los menores a centros de salud mental. El plan cuenta con el apoyo del Ministerio de Salud, Unesco y Unicef y se extenderá a todo el país.
El primer paso es restablecer las clases lo antes posible. «Volver a un ritmo de vida normal es clave, porque estar con los amigos, brinda apoyo sicoemocional», dice Gary Stahl, representante de Unicef en Chile.
Se trata del mismo tipo de plan que se aplicó en niños víctimas de Katrina o del 11S. «En EEUU, apoyamos en la identificación de los niños que requerían apoyo adicional. Les enseñamos qué hacer frente a un sismo, a través del juego», agrega Stahl.
Paso a paso
– Dar seguridad. Los niños necesitan certeza sobre su seguridad inmediata: mostrarles que el colegio es seguro, llamarlos o visitarlos si están muy angustiados.
– No cuestionarlos. Dejarlos que expresen sus emociones, sin que los adultos acaparen la conversación y sin cuestionarlos.
– Diálogo según edad. Los espacios de diálogo varían según edad. Dibujo o juego, entre 3 y 9 años; cuentos para 10 o 14 años; y solidaridad para los adolescentes.
– Retomar Rutinas. Recuperar las rutinas habituales, comoq ue vuelvan a su pieza, permite volver a tener la sensación de control de las cosas.
– Postergar pruebas. Por dos meses, por lo menos, no debieran tener pruebas, ya que falta motivación y no son capaces de mantener la atención.
En 1960 falleció el General Carlos Ibáñez del Campo