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Las consecuencias de los contaminantes son muy diversas, ya que dependen de los organismos que afecten. Además, todavía no se conocen en detalle todos los posibles efectos de la polución en la salud humana y en el medioambiente, ya que constantemente aparecen nuevos contaminantes.

Algunas de las consecuencias más tangibles que se están produciendo en la actualidad son:

Efectos directos sobre la salud: estos son variados y por citar algunos tenemos el gas ozono acumulado en la atmósfera, que provoca irritación en los ojos y en las mucosas del sistema respiratorio, lo que aumenta la susceptibilidad a enfermedades producidas por virus y bacterias. También, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono pueden provocar asma, bronquitis, enfisema pulmonar, cáncer en el aparato digestivo, afecciones cardíacas, entre otras.

Por su parte, los residuos de metales pesados, como el mercurio y el plomo, resultan muy tóxicos para las personas, pudiendo provocar daños neurológicos tales como retraso mental, parálisis y pérdida de audición. Estas sustancias pueden llegar al organismo a través de la ingesta de peces y mariscos que hayan absorbido estas sustancias.

Algunos pesticidas se logran acumular en los tejidos provocando, en futuras generaciones, alteraciones genéticas. Otros pesticidas pueden producir esterilidad y defectos congénitos en los bebés.

Los insecticidas Malatión y Paratión (compuestos principalmente por carbono) inhiben la actividad de la enzima colinesterasa, que participa en la transmisión de los impulsos nerviosos.

En el caso de las sustancias radiactivas, estas ocasionan daños muy graves en la salud del ser humano. Así, por ejemplo, el estroncio 90 (isótopo radiactivo) se acumula en los huesos (sobre todo en los niños) afectando la producción de glóbulos rojos en la médula ósea y provocando varios tipos de cáncer. Este isótopo llega al cuerpo a través del aire o bien a través de alimentos (por ejemplo, leche que viene de vacas que se han alimentado de pastos contaminados), luego de alguna fuga de material radiactivo desde alguna planta o por el encuentro directo con basura de este tipo.

Alteraciones en otros organismos: los contaminantes afectan también a animales, plantas, hongos y bacterias. El efecto más grave que puede provocar la contaminación sobre estos organismos es la muerte. Dos sustancias que pueden producir este daño son los pesticidas y los derrames de petróleo.

En el caso de los primeros, algunos de ellos pueden interferir en el metabolismo del calcio de las aves, impidiendo la acción de la enzima anhidrasa carbónica, que es esencial para la formación del cascarón de los huevos. El petróleo puede matar a miles de animales marinos en poco tiempo, ya que este combustible cubre por completo sus cuerpos impidiendo actividades vitales como moverse y alimentarse.

En el caso del gas ozono y el dióxido de azufre presentes en el aire, estos actúan lesionando los tejidos de las plantas, reduciendo su capacidad fotosintética, su crecimiento y facilitando el ataque de hongos e insectos.

Las concentraciones excesivas de nitrógeno y fósforo que se encuentran en las aguas residuales de los cultivos agrarios producto de los fertilizantes incrementan los niveles de aluminio en las plantas, lo que impide el crecimiento de las raíces, afectando la absorción de agua y de nutrientes.

Las aguas residuales, basura y desechos radiactivos en zonas costeras reducen las poblaciones de invertebrados (moluscos, crustáceos, etc.), destruyen las algas y provocan graves enfermedades en algunos peces y mamíferos marinos.

Los gases como el CO2 y la lluvia ácida pueden dañar a más de un individuo vegetal, como los que se encuentran en los bosques, provocando distintos desequilibrios ecológicos. Así, por ejemplo, especies tan pequeñas como los líquenes, que son muy delicados con los gases atmosféricos, van desapareciendo cuando el área que habitan está muy contaminada.

Deterioro de los ecosistemas: no solo los seres vivos se dañan producto de la contaminación, sino que también los ecosistemas de los cuales forman parte. Por ejemplo, el petróleo derramado disminuye la productividad de los organismos acuáticos que constituyen el fitoplancton, lo que lleva al colapso de las redes tróficas (productores, consumidores y depredadores) de los ecosistemas marinos.

En el caso de los ecosistemas terrestres, estos han visto disminuida su productividad y diversidad forestal debido a la contaminación. Así, por ejemplo, la radiación con cesio 137 por accidentes en centrales nucleares ha demostrado que este isótopo se queda en la atmósfera por un largo periodo, reduciendo la productividad y diversidad de los bosques templados.

El incremento de gases contaminantes merma la diversidad de organismos fotosintéticos y algunos animales. Por ejemplo, en aguas residuales se observa una disminución de la diversidad de diatomeas (algas). Además, el exceso de materia orgánica (residuos vegetales o animales) provoca extinciones masivas de algunos invertebrados, como las libélulas, moluscos, entre otros.

También, los contaminantes reducen la sobrevivencia de los depredadores superiores y esto incrementa la intensidad de competencia entre organismos de niveles tróficos inferiores. Por ejemplo, con la muerte de las langostas, que son organismos depredadores superiores, se provoca el aumento explosivo de erizos de mar (su comida preferida).

Efecto invernadero: una gran parte de la radiación solar pasa a través de la atmósfera y calienta la superficie de la Tierra. Esta radiación es reflejada por el suelo y enviada hacia el espacio y el resto es re-absorbida por los gases de la atmósfera o gases invernadero. Sin embargo, la composición de la atmósfera ha ido cambiando producto de las actividades humanas, provocando el aumento artificial y excesivo de los gases invernadero y haciendo que estos retengan cantidades cada vez mayores de radiación infrarroja, favoreciendo el calentamiento paulatino de la atmósfera y, por ende, el cambio climático en todo el planeta.

Consecuencias de la contaminación en zonas agrícolas

Pérdida de la biodiversidad: en la actualidad, las actividades humanas como la tala de bosques, la transformación de una pradera en una zona de cultivo agrícola, la construcción de carreteras e industrias reducen de manera importante el hábitat de animales y plantas típicos de estas zonas. Y como se sabe, la desaparición de cualquier especie afecta el equilibrio ecológico de los ecosistemas.

– Daño en los suelos: los suelos para el cultivo poseen una cierta capacidad para asimilar las intervenciones humanas sin entrar en procesos de deterioro. Sin embargo, pueden dañarse por la contaminación de residuos, pesticidas y otros productos agroquímicos, como los herbicidas y los fertilizantes.


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