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La adoración a la Virgen llegó a América y Chile junto con los españoles. Al llegar Pedro de Valdivia a Chile trajo una imagen de la Virgen del Socorro, la que es venerada en la Iglesia de San Francisco en Santiago. La devoción mariana en Chile y en el resto de América tomó gran importancia durante la Colonia y se mantiene hasta nuestros días.

En 1595 llegaron los Agustinos a Chile, los que trajeron la imagen de la Virgen del Carmen y años después fundaron la primera cofradía. A fines del siglo XVII llegaron las monjas carmelitas, fundando conventos, lo que incentivó la devoción a la Virgen del Carmen. En casas y capillas se pusieron imágenes de la Virgen del Carmen, que de a poco fue llegando a todos los rincones de Chile. En muchas casas ilustres, donde había militares la Virgen del Carmen fue tomando gran relevancia.

En la época de la Independencia Chile se puso bajo el amparo de la Virgen del Carmen. El Ejército Libertador la escogió como su patrona y le juró fidelidad. El 5 de enero de 1817 el Ejército de los Andes a cargo del general José de San Martín se le encomendaron, el general le dio su bastón de mando como ofrenda. El 11 de Febrero del mismo año, justo antes de la Batalla de Chacabuco, Bernardo O`Higgins la proclamaron como “Patrona Generalísima de las Armas de Chile”.

El 14 de marzo de 1818, cuando la independencia de Chile pasaba períodos mas complejos, los habitantes de Santiago junto a las autoridades religiosas se reunieron en la Catedral e imploraron a la Virgen su protección y juraron construirle un templo en el lugar donde se diera la batalla favorable para la Independencia de Chile. Luego Bernardo O`Higgins hizo suyo el voto hecho por los patriotas. El 5 de abril de 1818 se dio la Batalla de Maipú, donde fueron derrotados los realistas. Hoy en ese lugar se encuentra el Templo Votivo de Maipú en conmemoración de la batalla.

En las posteriores guerras (la de la Confederación Peruana-Boliviana y la Guerra del Pacífico), Chile se ha encomendado a su Patrona y Reina, y las tropas durante las batallas llevaron el escapulario de la Virgen. El 14 de marzo de 1881 el general Manuel Baquedano puso en las manos de la Virgen su espada victoriosa.

Durante la Revolución de 1891, Monseñor Ángel Jara (autor de la oración) llamo a los chilenos a rezarle a la Virgen para lograr la paz. Una vez finalizada la guerra se realizó una Acción de Gracias.

El 24 de octubre de 1923 el Papa Pío XI decretó a la Virgen del Carmen como “Patrona de Chile”. En el decretó se señala “a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a los principales Patronos de los lugares por derecho competen”. En un acto realizado en la Plaza de Armas, con Monseñor Rafael Edwards, se hizo un juramento nacional de fidelidad a la Virgen del Carmen. El 19 de diciembre de 1926 en el Parque Cousiño se realizó una ceremonia en la que el legado pontificio, Monseñor Benedicto Aloisi Masella coronó a la Virgen como Reina de Chile.

En 1987, durante la visita del Papa Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Maipú.

Todos los años, el último domingo de Septiembre se realiza una procesión en honor a la Virgen del Carmen, por las calles del centro de Santiago. En ella se pide por Chile.

Oración a Nuestra Señora del Carmen

¡Oh Virgen Santísima del Carmen!. Llenos de la más tierna confianza como hijos que acuden al corazón de su madre, nosotros venimos a implorar una vez más los tesoros de misericordia que con tanta solicitud nos habéis siempre dispensado.

Reconocemos humildemente que uno de los mayores beneficios que Dios ha concedido a nuestra Patria, ha sido señalaros a Vos por nuestra especial Abogada, Protectora y Reina. Por eso a Vos clamamos en todos nuestros peligros y necesidades seguros de ser benignamente escuchados.

Vos sois la Madre de la Divina Gracia, conservad puras nuestras almas; sois la Torre poderosa de David. Defenden el honor y la libertad de nuestra Nación; sois el refugio de los pecadores, tronchad las cadenas de los esclavos del error y del vicio; sois el consuelo de los afligidos, socorred a las viudas, a los huérfanos y desvalidos; sois el auxilio de los cristianos, conservad nuestra fe y proteged a nuestra Iglesia, en especial a sus Obispos, sacerdotes y religiosos.

Desde el trono de vuestra gloria atended a nuestras súplicas, ¡oh Madre del Carmelo! Abrid vuestro manto y cubrid con él a esta República de Chile, de cuya bandera Vos sois la estrella luminosa.

Os pedimos el acierto para los magistrados, legisladores y jueces; la paz y piedad para los matrimonios y familias; el santo temor de Dios para los maestros; la inocencia para los niños; y para la juventud, una cristiana educación.

Apartad de nuestras ciudades los terremotos, incendios y epidemias; alejad de nuestros mares las tormentas, y dad la abundancia a nuestros campos y montañas.

Sed el escudo de nuestros guerreros, el faro de nuestros marinos y el amparo de los ausentes y viajeros.

Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio.

¡Oídnos pues, Reina y Madre Clementísima! Y haced que viviendo unidos en la vida por la confesión de una misma fe y la práctica de un mismo amor al Corazón Divino de Jesús, podamos ser trasladados de esta patria terrenal a la patria inmortal del cielo, en que os alabaremos y bendeciremos por los siglos de los siglos. Amén.


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