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Si bien la descripción puede ser absolutamente atenida a la realidad, el verdadero valor de la descripción literaria radica en cómo esta traduce en palabras los elementos de la realidad otorgándoles una categoría estética mediante la utilización del lenguaje.

La descripción cumple un rol fundamental en la creación de mundos literarios pues es a través de ella que el autor introduce en nuestra imaginación el mundo creado otorgándole las cualidades que este ha estimado.

Una descripción conlleva la organización del contenido de un texto que está constituido por tres actividades: NOMBRAR la realidad o definirla, SITUARLA en el espacio y en el tiempo y CALIFICARLA tomando partido por ciertos aspectos que quieran ser destacados.

La descripción literaria requiere de la creatividad del autor y no tiene como requisito el ser veraz o verdadera, sino que verosímil o creíble. Según esto el autor elige qué aspectos resaltar por sobre otros sin que sea necesario que dichos aspectos sean comprobables pues el objetivo de la descripción es entregar una referencia al lector que se sabe será subjetiva.

Revisemos la descripción que hace Juan Ramón Jiménez del personaje central de su obra Platero y Yo: «Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro».

Otra descripción es la que hace J.R.R. Tolkien en su libro El Hobbit en referencia al habitáculo del protagonista: «En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad».

Cuando la descripción tiene por objetivo dar a conocer personajes, es necesario elaborar una suerte de fotografía verbal como la que hace Baldomero Lillo en su cuento Cañuela y Petaca: «Cañuela, a pesar de sus débiles fuerzas -tiene nueve años, y su cuerpo es espigado y delgaducho-, ha terminado felizmente la empresa de apoderarse del arma, y sentado en el borde del lecho, con el cañón entre las piernas, teniendo apoyada la culata en el suelo, examina el terrible instrumento con grave atención y prolijidad. Sus cabellos rubios desteñidos, y sus ojos claros de mirar impávido y cándido, contrastan notablemente con la cabellera renegrida e hirsuta y los ojillos obscuros y vivaces de Petaca, que dos años mayor que su primo, de cuerpo bajo y rechoncho, es la antítesis de Cañuela a quien maneja y gobierna con despótica autoridad».

Cada autor tiene su propia forma de describir y tú también puedes probar tus propias estrategias descriptivas según el objetivo que persigas.