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Hasta ahora, diversos estudios han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de estados depresivos. Sin embargo, una nueva investigación realizada en EE.UU. constató que la relación puede ser exactamente al revés: la depresión gatilla sobrepeso debido a que aumenta los niveles de cortisol, hormona que regula diversas funciones metabólicas del organismo y que se libera como una reacción frente a situaciones de estrés.

Si bien los investigadores han sabido por mucho tiempo que la depresión y el cortisol se relacionan con la obesidad, no habían descubierto el mecanismo biológico que los vinculaba. Menos, que este proceso afectaba particularmente a las mujeres.

Mujeres, las más perjudicadas

La investigación, publicada en la revista Journal of Adolescent Health, analizó a 111 niños (56 mujeres y 55 hombres) libres de problemas crónicos de salud y de medicamentos que pudieran intervenir en el procedimiento. Se midieron sus síntomas depresivos, los niveles de cortisol, el Índice de Masa Corporal (IMC), la actividad física y la etapa de la pubertad que estaban viviendo los menores, que tenían entre ocho y 13 años.

Los resultados muestran que en todos los niños deprimidos había mayores niveles de secreción de cortisol. Pero al analizar las muestras por sexo, se encontraron que esto se relacionaba con un alza de peso principalmente en las niñas (41% contra un 28% en los varones). No es todo: los efectos de los estados depresivos en el sobrepeso fueron cuatro veces mayores en ellas.

Biología y ansiedad

Aunque no está claro por qué un alto nivel de la hormona del estrés se traduce en obesidad sólo para las niñas, los científicos creen que puede ser debido a diferencias fisiológicas y de comportamiento con el otro sexo, como, por ejemplo, la mayor ansiedad que desarrollan las niñas al comer.

«Esta es la primera vez que la reacción de esta hormona ha sido identificada como un mediador entre la depresión y la obesidad en las niñas», dice Elizabeth J. Susman, académica encargada del estudio, quien agregó que este hallazgo resalta la importancia del monitoreo de la depresión y los programas de tratamiento especialmente entre los adolescentes, para ayudar en la prevención de la obesidad.

Lo mismo cree Ximena Muñoz, nutrióloga del Centro de Medicina, Ejercicio, Deporte y Salud, quien afirma que aunque ya era conocido que las personas obesas tienen altos niveles de cortisol, esto se asociaba con su mayor grasa abdominal. «Lo nuevo es que se relaciona por primera vez con la depresión, cortisol y sobrepeso y que vincula (su mayor prevalencia) en niñas, lo que permite intervenir la obesidad tempranamente«, dice.

La experta recuerda que el cortisol es uno de tantos factores que inciden en esta enfermedad. «Pese a eso, el estudio nos permite empezar a hacer intervenciones de manera más precoz, ya que todos los medicamentos que se usan hoy para contrarrestar la obesidad están enfocados en niños mayores a los de la investigación«, plantea.


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