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Había una vez una joven llamada Antonia. Era muy linda, de ojos azules y muy alta. Estaba en 5° grado. Era popular en su escuela, tenía un grupo en el que era la líder. No dejaba a nadie entrar al grupo, a menos que fuera linda y la obedeciera.

Un día la llevaron al oculista, Antonia estaba muy tranquila, pero después se alteró, ya que le dijeron que tenía que usar lentes.

Antonia creyó que se iba a acabar el mundo, no lo podía creer. Todo se puso peor cuando llegó a su escuela, no la reconocieron y pensaban que era una  alumna nueva. Entonces, decidió cambiarse el nombre y hacerse pasar por otra persona, para que no descubrieran que era ella.

Estaba contenta, pero no se imaginó que algo peor pasaría, fue al dentista y como tenía los dientes horribles, le pusieron frenillos. No se imaginaba cómo podía tener tan mala suerte.

En la escuela no la reconocieron, así que tomó de nuevo la decisión de hacerse pasar por otra persona.

Dos semanas después, sus padres notaron que estaba muy cambiada y decidieron llevarla al psicólogo. Antonia le contó todo lo que había sucedido. El psicólogo lo encontró absurdo y le dijo: “Estás siendo cobarde, tienes que decirle a todos que eres Antonia y no esconderte haciéndote pasar por otra persona”.

Antonia quedó muy desilusionada, no sabía qué hacer, pensaba que si llegaba a decirle a todos sus compañeros y compañeras la verdad, se reirían de ella, pero, si seguía con la farsa, se estaría mintiendo a si misma.

Faltó a clases durante un mes fingiendo estar enferma, hasta que tomó una decisión. Fue al colegio y le contó todo a sus compañeros. Estaba muy nerviosa por cómo reaccionarían y espero a que respondieran algo.

Ellos no se rieron, en absoluto, la consideraron cínica y muy caprichosa por su  imagen. Su mejor amiga le dijo: “nosotros no te queremos porque eres popular o linda, te queremos por tu forma de ser y por alentarnos a todos cuando tenemos conflictos”.

Antonia aprendió la lección, pero con una condición: volver a ser popular. Sus amigos le dijeron que no. No volvería a ser popular porque los defraudó y les mintió. Tendría que hacer muchos méritos para volver a ser popular.

Lo que hizo fue dejar entrar al grupo a todas las personas que tuvieran lentes y frenillos u otros problemas, para demostrarle a sus amigos que ella era buena persona.

Esto demuestra que el corazón de Antonia era muy grande, aunque fuera vanidosa en algunos aspectos y quisiera ser la líder y la más popular del grupo. Ella era así, pero su corazón era inmenso, lleno de alegría.

Antonia quedó muy contenta, ya que sus compañeros la perdonaron. Volvió a ser la líder del grupo, pero ya no es la misma, ahora es sincera y muy cariñosa con todos.

Antonia aprendió que la imagen no es lo más importante ni nunca lo será, lo más importante será lo sano y maravilloso que uno cosecha en su corazón.      

Historia contenida en “El reflejo a través del espejo”, de Daniela Jensen, 12 años.


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