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Todos conocemos la historia de Caperucita Roja, esa pobre niña que se encontró con el lobo en el bosque y muchas otras calamidades. Ahora, yo les voy a contar la verdadera historia.

Había una vez, una niña llamada Caperucita Roja, que le tenía que entregar a su abuela una canasta con flores. Pero, la verdad le daba mucha pereza hacerlo.

Cuando iba por el bosque se encontró con un lobo, al que le ordenó que fuera a dejarle la canasta a su abuela mientras dormía, o sino ella le diría a todo el pueblo que la había atacado, lo cual por cierto era mentira.

Entonces, el pobre lobo tubo que ir, porque sino lo hacía, iba a estar condenado a muerte.

El lobo fue muy triste a la cabaña de la abuela de la Caperucita. Cuando llegó, ella lo recibió con gran susto, pues era un lobo. Pero, él le contó toda la historia y ella lo invitó a quedarse a cenar.

Mientras tanto, la niña preocupada porque no llegaba el lobo, llamó al guardabosque y le dijo que un terrible lobo feroz se había comido a su abuela.

Mientras el guardabosque preparaba todas sus cosas para ir a matar al lobo, la Caperucita fue a la casa de su abuela y los vio a los dos cenando juntos.

Su abuela la retó mucho por perezosa y ella con mucha rabia le pegó y la encerró para que no contara nada. También le pegó al lobo, e hizo que se desmayara para poder acostarlo en la cama de su abuela y ponerle sangre en la boca. Así, podría acusarlo de la muerte de su abuela.

Se puso agua en los ojos, para que cuando llegara el guardabosque pareciera que estaba llorando.

Unos minutos más tarde, el guardabosque llegó y la vio llorando. Luego, vio la cama de la abuela de la Caperucita, donde estaba el lobo tendido con sangre en la boca. Y tal como supuso Caperucita que sería, el guardabosque creyó que el lobo se había comido a su abuela. Segundos más tarde, cuando se disponía a matar al lobo, se oyeron gritos y golpes provenientes del armario.

Cuando el guardabosque abrió el armario, salió la abuela que estaba encerrada dentro. Él se sorprendió al verla y le preguntó qué pasaba, ya que sabía que podía confiar en ella. Le contó toda la verdad.

Desde ese momento, a Caperucita la vigilan y la hacen trabajar duro.

Mientras tanto, el lobo y la abuela vivieron felices para siempre.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado. Pasó un zapatito roto y mañana te contarán otro.

Por: María Gracia del Valle, 10 años y medio.


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