Había una vez, una niña llamada Catalina. Ella tenía cinco años. Era linda y respetuosa, al igual que su hermano Blas, que era un año mayor.
Ella tenía dos abuelos, pero lamentablemente no tenía ni la menor idea de que tenía dos abuelos, sólo sabía de uno, llamado Andrés.
Catalina estaba acostumbrada a ir donde el abuelo que conocía.
Entonces, cierto día, iba pasando por la puerta del dormitorio de su mamá, cuando oyó decir a su papá: «yo creo que tienes que decirle a Catalina que tiene otro abuelo llamado Daniel».
Cuando oyó lo que dijo su papá, se fue a su dormitorio a llorar y se preguntó: «¿por qué no me lo dijeron?».
Finalmente, un día de lluvia con rayos, con la mochila puesta, con ropa dentro, y frente a la puerta, Catalina dijo a su madre: »me voy de la casa». Su madre no la tomó en cuenta; su papá veía un partido de fútbol.
Ella siempre decía «me voy a ir». Pero no se iba nunca.
Por: Gioconda González, 9 años.
Muere Evita