Y llegó marzo. Colegio nuevo. Amigos nuevos. Profesores nuevos Estaba muy nerviosa, y esa noche dormí muy poco.
Llegué y todos me recibieron muy bien. No pensé que tan bien. Me senté con la Francisca o la Pancha como le dicen todos, ella es muy simpática y agradable.
En mayo hicimos un campamento y fuimos todos. A mí me gustaba el Nacho, pero era un amor imposible, ya que él estaba pololeando; pero yo sabía que él no era feliz con la Sofía, ella es muy pesada y se notaba que el Nacho andaba con ella por obligación, ya que sus papás eran muy amigos y él sabía que podía defraudar a su papá si terminaba con ella. Pero bueno, que podía hacer yo
Una noche, hablando con el Nacho, el me dio un beso Sentía que era la persona más feliz de la tierra… Mantuvimos nuestra relación en secreto, igual éramos felices así.
Un día, hubo una fiesta y quedamos en que él me iba a ir a buscar… Salí a la calle porque se demoraba mucho. En la esquina había mucha gente alrededor de alguien, me acerqué y era el ¡¡¡¡Nachooo!!!! Me puse a llorar, estaba muy asustada. Se acercó una señora y me preguntó si yo era la polola de él, le dije que sí y me comunicó que había muerto. Me mandaron para mi casa.
Al día siguiente fuimos todos al cementerio y estaba Sofía al lado mío, me dijo que ella sabía todo lo nuestro, pero a ella no le afectó ya que sabía que él y yo éramos felices juntos. Pensé que ella era una mala persona, pero aprendí que no hay que juzgar a una persona por su apariencia… Después que todos se fueron, le hice una promesa a Ignacio: «Iba a ser feliz, a pesar de que el no estuviese conmigo».
Hoy tengo 30 años y tengo dos hijos muy lindos, Antonia y Sergio. Siempre que voy al cementerio a ver al Nacho, pienso en todos los momentos lindos que pasamos.