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Dificultades para escribir la historia de la prehistoria de Chile

1. Desde hace más de cien años las investigaciones arqueológicas han aumentando en cantidad y calidad. Se han acumulado miles y miles de nuevas informaciones.

Los arqueólogos deben estudiarlas de acuerdo a las técnicas y métodos que están en práctica, pero, sobre todo, basándose en las teorías que les parecen correctas. El uso de distintas teorías ocasiona que las conclusiones de los libros de Prehistoria no sean coincidentes.

2. Por esta razón, la prehistoria de Chile puede ser estudiada de distintas maneras, según los estudios arqueológicos en que se apoya.

Mario Orellana R. Premio Nacional de Historia 1994

¿Cómo se originó la investigación arqueológica en Chile?

Es un hecho que desde el siglo XVI algunos españoles –los cronistas y poetas– se interesaron por describir las costumbres de los diversos aborígenes que habitaban el territorio de Chile. Pero, aunque entregaron información interesante, esta solo fue tomada en cuenta cuando las disciplinas de la arqueología y etnología alcanzaron un estatus de ciencia. Esto ocurrió en el siglo XIX.

En Chile, informados algunos intelectuales de lo que se escribía e investigaba en Europa, organizaron una Sociedad Arqueológica en Santiago (1878). Reunieron todo lo que se había escrito sobre los aborígenes, coleccionaron algunos restos arqueológicos e incluso publicaron un boletín especializado ("Boletín de la Sociedad Arqueológica de Santiago", 1880).

Uno de los miembros de esta sociedad fue José Toribio Medina, el primer investigador de la prehistoria de Chile. En 1882 escribió el libro "Los aborígenes de Chile", una obra maestra que aún es consultada por los especialistas.

Con esta publicación se inició un segundo período de la investigación arqueológica, durante el cual se fundaron sociedades científicas (integradas por miembros de las colonias francesa y alemana ) en cuyas reuniones se leían trabajos dedicados a la arqueología americana, del Viejo Mundo y, por supuesto, a la chilena.

Hacia 1909 se organizó un gran Congreso Científico en Chile, que originó muchas publicaciones especializadas. Entre los investigadores sobresalieron Max Uhle, Ricardo E. Latcham, Aureliano Oyarzún, Tomás Guevara, Carlos Porter y tantos otros. Se podría decir que, a partir de 1910, la arqueología y la antropología chilena comenzaron a desarrollarse fuertemente, debido a que el trabajo de estos arqueólogos y etnólogos enriquecieron las investigaciones del pasado prehispánico de Chile.

El período entre 1910 y la década de 1940 es uno de los más brillantes de las disciplinas antropológicas y arqueológicas en nuestro país. Los trabajos de Max Uhle, Ricardo E. Latcham, Martin Gusinde y Tomás Guevara siguen vigentes en muchas de sus conclusiones.

Max Uhle postuló la primera cronología para las culturas del norte de Chile. También mostró la presencia de la civilización de Tiahuanaco en el norte de Chile.

Ricardo E. Latcham escribió la "Prehistoria de Chile" (1928) y muchos libros y artículos especializados, tanto sobre arqueología como de etno-historia.

Martin Gusinde, etnólogo, estudió con rigor los aborígenes del extremo sur de Chile (los indios de Tierra del Fuego).

Tomás Guevara fue el autor de muchos estudios sobre los "araucanos", que otros estudiosos denominan "mapuches".

Con la muerte de estos grandes investigadores, incluyendo al Dr. Aureliano Oyarzún, se inició un nuevo período de investigaciones (décadas de 1940 y 1950) en el que la metodología y teorías estadounidenses jugaron un papel muy importante. Destaca Junius Bird, arqueólogo estadounidense que investigó en el norte y sur de Chile. Su influencia se reflejó en la interpretación ecológica y el uso del método estratigráfico de excavación en los grandes conchales del norte de Chile.

Durante este período destacaron arqueólogos chilenos y extranjeros, como Grete Mostny, Francisco Cornely, Jorge Irribarren y Hans Niemeyer. Además, la Universidad de Chile creó a mediados de 1950 un centro de estudios antropológicos.

A comienzos de la década del sesenta, las universidades de Chile y Concepción crearon cursos de especialidades (licenciaturas) e incorporaron la investigación de la arqueología y la antropología. Desde esta década hasta el presente se han formado cientos de antropólogos y arqueólogos en las universidades, se han organizado congresos nacionales e internacionales, se han publicado revistas especializadas, y sobre todo, se han desarrollado estudios interdisciplinarios en donde un problema se aborda desde perspectivas científicas diferentes.


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