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¿Los dinosaurios eran de sangre fría o de sangre caliente?

No está totalmente claro si eran puramente homeotermos (endotérmicos o de sangre caliente), como los modernos mamíferos, o poiquilotermos (ectotérmicos o de sangre fría), como los reptiles de la actualidad. Los primeros regulan la temperatura corporal mediante el metabolismo y no dependen de la temperatura del medio ambiente. Como resultado, presentan mayores niveles de actividad y mayores requisitos de energía que los ectotérmicos. Éstos tienen un metabolismo más lento y regulan la temperatura corporal aprovechando las variaciones de la temperatura exterior y poniéndose al sol para mantenerse calientes, o a la sombra para refrescarse. Si fuera posible determinar si los dinosaurios eran de sangre caliente o de sangre fría, los paleontólogos podrían descubrir si se comportaban como los mamíferos actuales o como los reptiles.

Los cambios graduales en la anatomía de los dinosaurios sugieren que los ritmos metabólicos y los niveles de actividad se incrementaron a medida que evolucionaban; algunos científicos opinan que esto es una señal de que los dinosaurios fueron cada vez más endotérmicos.

En general, el tamaño del cuerpo del dinosaurio fue disminuyendo a lo largo de la última mitad de la era de los dinosaurios, su necesidad de actividad y las reacciones metabólicas para mantenerse calientes fueron incrementándose. Los animales más pequeños disponen de más superficie corporal en proporción con su volumen, lo que les hace perder más calor al irradiarse éste a través de la piel.

Las hileras de dientes de los dinosaurios aumentaron de tamaño, permitiéndoles masticar mejor los alimentos; los conductos respiratorios se separaron de la cavidad bucal y así consiguieron masticar y respirar al mismo tiempo.

Es posible que estos cambios ayudaran a los dinosaurios a digerir los alimentos y transformarlos en energía de manera más rápida y eficaz, facilitando así el metabolismo.

El sistema nervioso central de los dinosaurios afectaba a la flexibilidad de su comportamiento, es decir, a la capacidad de adaptarse a las situaciones cambiantes.

Los científicos afirman que la relación entre el tamaño del cerebro y el peso del cuerpo se incrementó a medida que el animal evolucionaba y, como consecuencia, la flexibilidad de su comportamiento también aumentó. A través del examen de los restos fósiles, los paleontólogos han identificado algunas de las características físicas de los dinosaurios.

Algunas marcas de piel muestran que ésta presentaba una superficie seca, dura y escamosa. Los ojos tenían aproximadamente el doble del diámetro de los de los mamíferos actuales.

La mayoría de los dinosaurios ponían huevos. En China y la India se han encontrado extensos yacimientos de cascarones enteros y fragmentados, lo que sugiere que las grandes colonias de anidación eran comunes. En Montana, Estados Unidos, se han encontrado restos que contienen tanto huevos como crías recién salidas del cascarón. Las capas de nidos superpuestas sugieren que los dinosaurios volvían, año tras año, a los mismos lugares de anidamiento. En Lourinha (al norte de Lisboa, Portugal), un grupo de paleontólogos descubrió en junio de 1997 un nido de carnívoros bípedos del jurásico superior que conserva más de 100 huevos de estos animales, algunos de ellos con los esqueletos de sus embriones.

En proporción con el peso de la madre, los dinosaurios ponían huevos más pequeños pero en mayor número que las aves. De hecho, los huevos más grandes que se conocen son 7.400 cm3 más pequeños que los huevos de ave más grandes que se conocen, que tienen 12.700 cm3 de tamaño.

El gran número de huesos de dinosaurios pequeños encontrados en las colonias de anidación indica que el índice de mortalidad entre las crías era muy alto. Los anillos de crecimiento que se conservan en los huesos sugieren que los dinosaurios primitivos crecían más lentamente que sus descendientes. Tras evaluar estos anillos de crecimiento junto con el tamaño del cuerpo y las tendencias de longevidad de los reptiles modernos, algunos paleontólogos sugieren que los dinosaurios gigantes vivían una media de más de 100 años.


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