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¿Qué es la higiene sonora?

Es una serie de medidas individuales y sociales para la protección contra el ruido. Entre ellas están: saber reconocer los ruidos peligrosos, saber protegerse frente a esos ruidos, evitar producir ruidos innecesarios y respetar el derecho de las demás personas a un ambiente sonoro agradable.

Medidas individuales

1.- En primer lugar es necesario hacer una «limpieza de oídos», como la llama el compositor y pedagogo canadiense Murray Schafer. La «limpieza de oídos» no es quitarse la cera de los oídos, sino aprender a escuchar los sonidos que nos rodean, inclusive aquellos a los que, por habernos acostumbrado, ya ni les prestamos atención.
Por ejemplo, ahora mismo: ¿Qué sonidos escuchas?

Por ejemplo:

 – Lo ruidos que provienen de tu computador
 – El ruidito del «click» del mouse cuando lo usas para desplazar esta misma pantalla
 – El sonido del televisor
 – Si tienes la computadora cerca de la cocina, el ruido del motor del refrigerador 
–  Salvo que vivas en el campo, el ruido de diversos vehículos que pasan cerca de tu hogar

Para que no los olvides, es una buena idea anotarlos. Si puedes llevar contigo una libreta y anotar cada sonido nuevo que escuches, en la calle, en un paseo, en el cine, pronto te habrás graduado en «limpieza de oídos» con las mejores notas.

2.- Después de esto tienes que aprendes a distinguir los sonidos perjudiciales de los que no lo son. Esta es una lista de algunos sonidos perjudiciales:

– Los sonidos que te resultan naturalmente desagradables
– Los ruidos que te ponen nervioso
– Cualquier ruido muy fuerte
– Los ruidos fuertes y agudos
– Los ruidos explosivos
– Los gritos fuertes y alaridos
– La música demasiado fuerte
– Los ruidos que te hacen doler el oído
– Los ruidos que te dejan zumbando los oídos
– Los ruidos que te dejan sordo momentáneamente
– Los ruidos que te obligan a gritar para comunicarte

Estos, en cambio, son sonidos que probablemente no te perjudicarán:

– Los sonidos que te resultan agradables y armoniosos
– La voz humana cuando se habla amistosa y tranquilamente
– Los sonidos suaves
– Los sonidos de la Naturaleza: los pájaros, el viento, las olas, el crujir de las hojas secas
– La música a un volumen razonable
– Tu propia voz siempre que no estés gritando

¿Te atreves a agregar otros sonidos y ruidos a ambas listas? Si has comprendido la idea, no debería resultarte difícil.

3.- En tercer lugar, debes aprender a proteger tu oído, ya que en la sociedad enferma de ruido en que vivimos, muchas veces te encontrarás con ruidos de la primera lista (los perjudiciales). Existen varias posibilidades. La primera es taparte los oídos con tus propias manos ante un ruido muy fuerte. Por ejemplo, debes hacerlo siempre que junto a ti pase un bus acelerando a fondo, o cuando alguien grite cerca de ti.

Medidas sociales

El aspecto social es el más interesante, porque es todo un desafío. Pero no es fácil. En esta lista están algunas de las cosas que uno NO DEBERÍA HACER, si de veras quiere una sociedad menos ruidosa:

 – Hablar a los gritos
– Escuchar música más fuerte de lo necesario
 – Escuchar música en ambientes ruidosos; esto llevará inevitablemente a subir más el volumen para tratar de «tapar» al ruido, aumentando en realidad el barullo general.
– Aceptar estar en un lugar en el que la música está demasiado alta sin decir nada a los responsables por temor a hacer el ridículo
– Aceptar sin hacer nada que un vecino, responsable de un comercio o cualquier otra persona cause ruidos antirreglamentarios.

Ésta, en cambio, es la lista de actitudes que benefician al ambiente sonoro:

– Hablar siempre con un tono de voz tan bajo como sea posible.
– No gritarle a alguien que está lejos, ni siquiera para saludarle; es preferible acercarse y hablarle normalmente.
– Escuchar música sólo cuando hay bastante silencio; la música que nos deleita: ¿no merece que la respetemos, escuchándola en las condiciones más favorables?
– Pedirle amablemente al responsable de la música en un lugar público que baje el volumen, si está demasiado fuerte.
– Quejarse, amablemente, a un vecino que produce ruidos molestos haciéndole saber que su derecho a producir esos ruidos termina donde empieza el tuyo (puedes preguntarle si le gustaría que arrojaras tu basura en su jardín).
– Pedir a las autoridades comunales que hagan cumplir las leyes y ordenanzas relativas al ruido.
– Escribir a los legisladores o concejales para que mejoren las leyes u ordenanzas sobre ruido.
– Intentar convencer a otras personas de que el ruido debe evitarse o disminuirse a toda costa .

¿Te atreves ahora a agregar otras actitudes negativas y positivas a estas listas?


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