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Los Trastornos estomacales e intestinales más conocidos son:

Hernia: cuando un órgano sobresale de los límites normales de la cavidad que lo contiene, se denomina hernia.
Si bien existen hernias en diversas partes de nuestro cuerpo, es en la cavidad abdominal donde encontramos algunas de las más comunes. Por lo general, el nombre que reciben va de acuerdo con su lugar de aparición.
La hernia hiatal corresponde al desplazamiento de la parte superior del estómago hacia el tórax, a través de una debilidad de los músculos del diafragma. Usualmente, afecta a personas con problemas de sobrepeso. También destaca entre las más comunes la hernia umbilical, en la que parte del intestino sobresale por el ombligo.

Cáncer de estómago: si algún tipo de células que componen las capas del estómago se multiplican de manera descontrolada, pueden llegar a provocar esta grave enfermedad. El cáncer gástrico afecta, en su mayoría, a personas mayores de 50 años, y muchas veces no es detectado a tiempo porque sus síntomas (malestar estomacal, gases, trastornos del apetito) suelen ser confundidos con otras afecciones estomacales.

Gastritis: corresponde a la inflamación del revestimiento del estómago, producida generalmente por el consumo de alimentos irritantes, alcohol, medicamentos o por una infección estomacal. Por lo general, la mucosa gástrica se ve enrojecida y alterada.
Se caracteriza por un persistente malestar estomacal, náuseas, vómitos, indigestión, pérdida del apetito y una continua sensación de ardor en el estómago. Es un término más bien general, ya que existen diversos tipos, como la aguda, crónica o erosiva.

Úlceras pépticas: tanto el estómago como la primera porción del intestino delgado pueden ser afectados (en sus diversas capas) por un desgaste continuo, que genera verdaderas roturas en sus paredes. Estas son denominadas úlceras pépticas, generadas por un desequilibrio entre el ácido estomacal y las paredes de revestimiento. Este trastorno causa dolor, pérdida del apetito y náuseas y en casos más complicados, pueden producirse hemorragias internas e incluso, la perforación total de las paredes de las porciones de tubo digestivo señaladas.
Entre sus causas destacan una mala alimentación, el abuso de sustancias tóxicas (como cigarrillo y alcohol) y, en el último tiempo, se hace referencia a la acción de la bacteria Helicobacter pylori en la aparición de estas verdaderas heridas estomacales e intestinales. Dependiendo de su ubicación, es posible identificar úlceras gástricas (que afectan al estómago) y úlceras duodenales (situadas en el intestino delgado).

Pólipos intestinales: corresponden a verdaderas «masas» de tejido (algunos con forma de hongo) que sobresalen de la pared interna del intestino, pero que también se pueden encontrar en el estómago.
Los pólipos intestinales se diferencian entre pediculados y sésiles, dependiendo de la forma en que están fijados a la pared intestinal. Los primeros, por medio de un tallo delgado y los segundos, con una base más amplia.
La mayoría de estas porciones de tejidos son benignas y no representan mayor problema para quien las padece. Sin embargo, es importante controlarlos, ya que pueden derivar en algún tipo de cáncer.

Apendicitis: es la inflamación del apéndice, producida por la obstrucción con material fecal u otro elemento extraño. Por lo general, el material invasor se acumula, reúne miles de bacterias que infectan la porción intestinal, lo inflaman y pueden provocar su ulceración.
Por lo general, este trastorno se soluciona con la extirpación total del apéndice. Si esta no se realiza a tiempo, puede provocar una infección generalizada que afecte, incluso, el revestimiento abdominal, afección denominada peritonitis.

Esófago o síndrome de Barrett (EB): es un trastorno caracterizado por un cambio en las células que recubren el esófago. Las células normales tienen una forma aplanada (escamosa), mientras que en un esófago de Barrett las células tienen forma de columna. Este cambio se conoce como metaplasia y es una fase premaligna, que puede desembocar en un cáncer de esófago. Se desconocen las causas exactas que provocan esta afección, pero puede provenir de un daño en el esófago causado por reflujo gastroesofágico crónico.

Gastroparesis: es un trastorno en el cual el estómago tarda demasiado tiempo en vaciar su contenido provocando el crecimiento excesivo de bacterias a causa de su fermentación.
La principal causa es el daño o pérdida de funcionalidad del nervio vago (controla los movimientos de los alimentos a través del tubo digestivo).

Enfermedad diverticular: afecta a la parte inferior del intestino grueso (colon) y consiste en la formación de pequeñas bolsas llamados divertículos (o diverticulosis) y en la inflamación e infección de estos divertículos (diverticulitis).
Se cree que la provoca la movilización lenta del quimo por este intestino.

Enfermedad o mal de Crohn: es una enfermedad autoinmune, que implica una inflamación crónica del revestimiento de los intestinos. A consecuencia de esta inflamación, el segmento intestinal comprometido puede desarrollar úlceras, fístulas (conexión anormal entre órganos o tejidos) o estenosis (estrechamiento).
Además, se puede perder la capacidad de absorción de los nutrientes. Los principales síntomas son diarreas crónicas, dolor abdominal, fiebre, baja de peso y eliminación de mucosidades por el ano.

Pólipos del colon: son masas de tejidos (generalmente benignas) que sobresalen de la mucosa del colon. Pueden formarse uno o múltiples pólipos que al comienzo no presentan síntomas, pero con el correr del tiempo comienzan a sangrar. Existen dos tipos de pólipos, los adenomatosos, que pueden derivar en cáncer y los hiperplásicos, que generalmente no son malignos.

Enfermedad de Hirschsprung: es un trastorno congénito que causa obstrucción en el intestino grueso, debido al movimiento muscular anormal de este. Esto provoca inflamación intestinal y abdominal.


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