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LA TERCERA, Ximena Muñoz.

(La Tercera inicia una serie de reportajes sobre colegios que, con una buena gestión, brindan educación de calidad. Es el caso de este establecimiento técnico que echa por tierra dos mitos: que los profesores no son capaces de someterse a una evaluación de parte de sus alumnos y que sin recursos es difícil impartir buena enseñanza).

El liceo tecnico profesional Instituto Marítimo de Valparaíso espera ansioso las próximas semanas por dos razones. La primera es que a fines de abril se darán a conocer los  resultados del Simce, el primero que rinde este establecimiento municipalizado después de recibir el sello de calidad de Fundación Chile a su gestión escolar. Y la segunda es que el 1 de abril se abre el proceso de postulación al Premio a la Cultura de la Calidad Educacional Gabriela Mistral, organizado por Fundación Chile en colaboración con BancoEstado,  Copesa e ING, y patrocinado por el Ministerio de Educación y Chile Calidad, el cual esperan ganar.

Ficha:

Premio G. Mistral a la Calidad Educacional

  • Busca estimular a escuelas con buenas prácticas de gestión escolar y proyectos de  innovación.
  • El premio será adjudicado en octubre de este año.
  • Las instituciones certificadas ganadoras recibirán $ 10 millones.

Los directivos y profesores están confiados, porque incluso antes de los profundos y radicales cambios introducidos con la certificación ya exhibían mejoras en su gestión y en los resultados del Simce y la PSU.Entre 2001 y 2003 subimos en 12 puntos en Lenguaje y 13 en Matemática del Simce, y este año estamos seguros que mejoraremos aún más”, señala Natacha Méndez, directora del establecimiento.

Junto a Mercedes Muñoz, jefa de la Unidad Técnica Pedagógica y Magíster en Educación, Evelyn Vargas, ingeniero en alimentos y jefa de especialidad, y Norma Sielfeld, consultora en normas de calidad, la directora cuenta que la certificación ganada en 2004 significó mejorar sustancialmente la labor educativa. “Decidimos someternos al proceso de certificación, porque queríamos que alguien externo nos dijera si lo estábamos haciendo bien o mal. Y nos fue bien, pero en realidad fue el piso, porque recién ahí tomamos conciencia de todo lo que teníamos que hacer para mejorar”, señala.

“En dos años hemos avanzado años luz”, dice Méndez. En efecto, había áreas muy bien desarrolladas, como las de liderazgo y vinculación con la comunidad, pero otras eran deficientes, como la de evaluación docente. Por ello, se diseñó un sistema de evaluación para todo el personal del liceo y otro en el que los estudiantes opinaban sobre sus maestros.

En él, los alumnos deben responder preguntas como: ¿Realiza todas las clases programadas, exceptuando cambios de actividades? ¿Demuestra un buen trato a todos los alumnos? ¿Valora y respeta los aportes y opinión de los estudiantes? ¿Motiva a trabajar más allá de la sala de clases?

Luego, los directivos del establecimiento llaman al profesor y conversan las respuestas. No hay castigos, por lo que los docentes han integrado la información y si bien el primer año sólo un 15% de ellos calificaba como destacado, al segundo año la cifra subió a 60%.

 

La inserción laboral

El Liceo fue certificado también por la inserción laboral de sus alumnos, pues ninguno se queda sin práctica y la encargada del área Formación Profesional, Verónica Barreta, no acepta prácticas por menos de $ 50 mil mensuales, salvo que se trate de empresas de renombre. “Tenemos una relación con más de 300 empresas, con lo cual aseguramos la práctica y la inserción laboral de todos los alumnos”, señala.

Para Natacha Méndez, este sistema se convierte en un factor protector para los estudiantes  que son deprivados y de escasos recursos. También es destacable la relación con los padres y apoderados, cuyo promedio de escolaridad no supera los diez años. Además de las  reuniones de apoderados, a los padres se les informa mensualmente de la situación de sus hijos, no sólo las notas. Si todo marcha bien los padres reciben un informe de color blanco, pero si no, el informe es celeste.

Monitoreo del aprendizaje

El sistema curricular implementado por el Liceo Marítimo de Valparaíso permite saber qué están aprendiendo realmente los alumnos en cada asignatura. Pruebas que miden aprendizajes específicos, como dividir en matemáticas y que se aplican en todas las asignaturas en primero y segundo medio. Se trata de un sistema diseñado por el mismo instituto, que se elaboró tras la codificación de los objetivos definidos por el Ministerio de Educación.

El profesor dispone entonces de información estadística que antes no tenía, como qué aprendizajes específicos alcanza cada alumno, o cómo está cada alumno respecto del curso, o cómo está el curso con relación a la media del colegio.

Junto con ello se introdujeron las pruebas comunes por nivel y las pruebas externas, éstas últimas para medir la consistencia de lo que se está haciendo.

El liceo utiliza también un programa en línea ofrecido por una empresa norteamericana (Four Teacher) que permite a los colegios que no son tecnológicos crearse su propio software para hacer pruebas en línea. Se llama QuizStart y los alumnos se inscriben en el sitio y rinden las pruebas.

Disponen también del Think.com, una red cerrada y controlada donde cada alumno tiene su página web y puede comunicarse con otros escolares, así como bajar el material dejado por los profesores.


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