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LA TERCERA, 30 de diciembre de 2006.
Opinión de Pablo González. Centro de Economía Aplicada, U. de Chile, y equipo de Desarrollo Humano PNUD.

Recientemente, la Presidenta ha anunciado el programa Chile Crece Contigo, que consta de diferentes medidas relacionadas con educación parvularia. Se ha dicho que ese plan corresponde a la materialización de las recomendaciones del Consejo de la Infancia.

Mediante esta iniciativa se está avanzando en la construcción de un sistema de protección social con un enfoque de derechos y una perspectiva de ciclo de vida. Esto incluye, entre otros, educación para padres (pautas de crianza, alimentación saludable, etc.), un fondo concursable para iniciativas relacionadas con la infancia temprana, uso de medios de comunicación para educación de padres y para difundir programas verdaderamente educativos para los niños (una vergüenza lo que tenemos en este plano en la televisión abierta), un observatorio de políticas de infancia y más recursos para este nivel. Esta política integral significa un gran avance para el país y llama la atención lo ausente que ha estado del debate público.

Sin embargo, para garantizar resultados positivos del esfuerzo anterior, es necesario que se despliegue en un contexto adecuado. Esto requiere, en el caso chileno, realizar una reforma institucional, que aún está pendiente. El informe del Consejo de la Infancia proponía un modelo de gestión basado en resultados, con consecuencias para los responsables y un sistema de control de calidad.

Sólo hay espacio para mencionar algunos ejemplos. Se afirmaba la importancia de los gobiernos locales para garantizar una oferta pertinente, articular una red local de atención y generar políticas de infancia adecuadas a las necesidades de cada zona.

Para materializar esto, proponía la creación de una subvención de infancia, que permitiría financiar distintas iniciativas locales, que actualmente dependen de las prioridades y la disponibilidad de recursos de los municipios.

Además, se proponía una reforma en la atención preescolar. Hoy la Junta Nacional de Jardines Infantiles acredita calidad de las prestaciones y es el principal prestador estatal. Se proponía la creación de un sistema de aseguramiento de la calidad, dependiente de una superintendencia de educación, y un sistema de financiamiento más adecuado a esa institucionalidad.

El consenso de la importancia de invertir en el nivel preescolar se funda, al menos entre los economistas, en la alta rentabilidad verificada por estudios en EE.UU., con programas escolares de muy alta calidad y focalizados en la población vulnerable. La evidencia para Chile es menos contundente.

CEDEP hizo un seguimiento a mediados de los 90 y encontró que el efecto de la educación parvularia no se mantenía en los primeros años de educación básica en niños de sectores pobres urbanos, aunque sí en sectores rurales. Una tesis reciente del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile encuentra, con métodos cuasi experimentales, que haber asistido a enseñanza preescolar eleva sólo en siete puntos los resultados de los alumnos en la prueba Simce de cuarto básico de 2002. Al estimar separadamente por quintiles de ingreso, el impacto para los primeros quintiles desaparece o se reduce fuertemente, mientras en el quintil de más altos ingresos se eleva hasta casi el doble. Este resultado puede explicarse por tres factores no excluyentes: la educación preescolar que reciben los párvulos de más altos ingresos es de mejor calidad, y tanto la mayor educación de sus padres como la calidad de la educación escolar que reciben aprovecha mejor los resultados de la educación preescolar.

 

Esto no significa que no se deben aportar muchos más recursos públicos a este nivel, sino que se deben realizar cambios que aseguren resultados de ese esfuerzo. Es necesario avanzar en una reforma institucional o correremos el grave riesgo de perder la oportunidad de dar un verdadero salto, tanto en términos de desarrollo como de igualdad. Para asegurar frutos de la mayor inversión es preciso avanzar, al menos, tanto en el aseguramiento como en la evaluación de la calidad de los programas. Al mismo tiempo, frente a las múltiples demandas sobre recursos públicos escasos, es importante no engañarse con las prioridades… Sólo existe una llave para conquistar el futuro para siempre: modificar el presente que impide que los niños desarrollen su pleno potencial.


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