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LA TERCERA Domingo 21 de enero de 2007.
Por : Sofía Otero.

Cuando Alicia González Opazo leyó en un libro alemán que para pronunciar la Z había que hacer chasquear una huasca, su vida cambió. «Fue un soplo divino», dice esta profesora de 103 años que hace 75 inventó un innovador sistema para enseñar a leer y escribir llamado Luz. Basado en la idea de que los seres humanos aprenden a través de las semejanzas y la imitación, este método enseña primero el sonido de cada letra, asociándolo a una figura que lo genera. Por ejemplo, en el sistema clásico se enseña la M de «mamá», con Luz el niño observa la imagen de una vaca y como su mugido es una M constante, él asocia que esa letra va con ese sonido. Sólo después conoce la representación gráfica de la letra. Así, algo que es abstracto se vuelve concreto.

 Hace más de siete décadas, esta profesora normalista descubrió que los sonidos de las letras eran más fácilmente asimilados cuando se los asociaba con situaciones concretas o de la naturaleza. Así nació el método Luz, que ha enseñado a leer a más de 6 mil niños en pocos meses, y que ahora está traspasando las fronteras.

Alicia se encontraba trabajando con las comunidades mapuches y campesinas de Nueva Imperial en 1931, cuando -ante su desesperación para que memorizaran el silabario y lo aplicaran– se topó con la solución. Buscó un sonido vivencial o de la naturaleza para cada letra e ideó una serie de láminas que forman parte de este sistema. Talló cada letra junto a su figura en tablas de madera terciada. Con éstas ha enseñado a leer y escribir a más de 6.000 niños y adultos, incluyendo personas con retardo mental leve y moderado, disléxicos y alumnos con síndrome de Down. Esto, en el tiempo récord de un mes. Y ahora traspasó las fronteras: el material enganchó a académicos de la Universidad de Harvard, quienes buscan mejorar el desempeño en escritura de los hispanos en Estados Unidos, pues según su diagnóstico son hábiles para leer el idioma, pero débiles para escribirlo.

Pese a su trayectoria, que la convierte en la profesora más antigua de Chile, Alicia recién pudo recopilar su trabajo el año 2000 cuando editó su primer texto «El drama de aprender a leer y cómo superarlo sin esfuerzo«, gracias al apoyo de sus cuatro hijos. «La mamá me dijo si tú no lo escribes, esto se va a perder», dice Nelson González , el único que no se dedicó a la educación, pero que heredó las habilidades de escritura de su padre, el también profesor Guillermo González Heinrich, quien dio el nombre a los exitosos colegios en Ñuñoa y Providencia de propiedad de otra de sus hijas.

Nelson, agrónomo de profesión, fue también el coautor de otro de sus libros («Silabario Luz de los sonidos naturales», 2004) y de los dos software referentes al sistema. «Cuando mi madre abrazó el primer ejemplar de su libro lloraba de emoción», cuenta Nelson, quien actualmente trabaja a tiempo completo para estrenar en febrero un nuevo software, «único en el mundo» según dice, que enseña a escribir y que, probablemente, se exporte a las aulas de Harvard próximamente.

Luz para todos

A la fecha, 200 establecimientos se han capacitado en el sistema Luz para enseñar a leer y escribir a niños de primero básico, disléxicos e incluso a alumnos mayores que han pasado de curso año tras año sin dominar la lectoescritura. A estas escuelas se suman otras que han comprado el material a través de la página web, entre los que se cuentan exitosos colegios como el Nido de Aguilas, el Colegio Alemán de Los Angeles o el Colegio Apoquindo.

Nelson González y un equipo de profesores del New Heinrich School, establecimiento particular subvencionado de Ñuñoa de propiedad de su hermana, son los encargados de hacer las capacitaciones y desde hace dos años implementaron en ese colegio el programa «Leer en prekínder», consiguiendo que todos los párvulos pasen a 1° básico sabiendo leer y escribir. «Yo soy un convencido de que los problemas de aprendizaje no existen. Lo que hay es un problema de enseñanza», dice Nelson. «Mi madre creó este sistema dirigido al niño que va a aprender y no en la profesora que va a enseñar», concluye.

De hecho, el sistema Luz no enseña el abecedario en orden de la A a la Z, su creadora probó distintos ordenamientos hasta que dio con el que mejor asimilaban los niños y, además, sólo enseña el nombre de las letras cuando los alumnos ya dominan todos sus sonidos.

Alicia González tuvo que esperar cumplir los 100 años de edad para que Chile reconociera su labor educativa a través del Premio Gabriela Mistral 2003. En los dos años sucesivos fue reconocida con el Premio Iberoamericano a la Calidad Educativa, otorgado por el Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa. Pese a estos méritos y a que sus fundadores han ofrecido capacitación gratuita al Mineduc, el método no ha logrado penetrar en todas las escuelas del país.

Los otras maneras para aprender

Silábico: primero se enseñan las vocales, luego se juntan con las consonantes, como los tradicionales ma, me, mi, mo, mu. Después se aprenden series de sílabas y con éstas se arman frases como el tradicional «mi mama me mima». Es un método que, fundamentalmente apela a la memoria del niño y que tiene la desventaja que recurre a oraciones que tienen sentido forzado para los pequeños, por lo que resultan más difíciles de interiorizar.

Holístico: Comenzó a difundirse a comienzos de los 70, con críticas al silábico señalando que aprender las sílabas y las letras aisladamente carecía de sentido. Por lo tanto, había que enfrentar a los niños a textos reales como un afiche o aviso publicitario y de ahí ellos mismos irían armando su propio aprendizaje.


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