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LA TERCERA Domingo 11 de febrero de 2007
Por : Sofía Otero

Con un muñeco de esponja como profesor y una pantalla como pizarra, los programas educativos son capaces de enseñar a leer, a contar y a comportarse. Plaza Sésamo es probablemente el mejor ejemplo de lo que esto significa y por eso lidera entre los espacios televisivos dirigidos a niños que han tenido mayor efecto en la transmisión de habilidades y conocimientos.

Un reciente estudio encargado por el Ministerio de Educación y Ciencias de España hizo una revisión histórica de la programación infantil en el mundo e identificó a las cinco producciones que lograron impactar en términos educativos y, al mismo tiempo, alcanzar un éxito de audiencia. Dos características que no siempre se juntan. Además del programa de las populares marionetas Beto y Enrique o del monstruo “comegalletas”, en la lista están el dinosaurio Barney, el perro Blue con sus pistas, el Vecindario de Mr. Roger y The Electric Company. Los dos últimos ya salieron de pantalla y nunca se transmitieron en Chile, pero pueden ser vistos en DVD.

Pablo del Río, autor del estudio, hace una distinción importante de considerar: no cualquier espacio infantil es educativo, aunque tenga esa etiqueta. Lo importante, dice, es que la producción tenga un objetivo curricular claro y una fuerte base de investigación, junto al entretenimiento.

“Una de las diferencias entre la televisión de entretenimiento y la educativa es que ésta contempla objetivos específicos y evaluables sobre la adquisición de conocimientos. Difícilmente se pueden revisar las virtudes y la importancia de un programa si, por muy bien diseñado que esté en términos educativos, no se ha comprobado su nivel de eficacia”, explica el psicólogo.

Pionero e imbatible

Lo que nació como parte de las políticas públicas de Estados Unidos durante los ‘60 se convirtió en el programa más duradero de la televisión mundial. Con 37 temporadas y más de 4 mil episodios, Plaza Sésamo partió con el objetivo de desarrollar habilidades en los niños de entre 3 y 5 años a través de segmentos documentales, dibujos animados, sketchs de marionetas y personajes de carne y hueso. Antes de escribir cada temporada, sus productores realizan un seminario donde participan profesores, psicólogos, sociólogos, músicos y publicistas.

Plaza Sésamo se ha desarrollado teniendo como objetivo principal el desarrollo de la representación simbólica (abecedario con énfasis en las vocales, números hasta el 40 y figuras geométricas), procesos cognitivos (aprender a clasificar, ordenar y resolver problemas) y conocer el entorno social (el cuerpo, la naturaleza, las ciudades y las instituciones). “Preparar a los niños para la escuela siempre ha sido el foco principal”, explica Angélica Ware, asesora educativa del programa.

Según el Informe español, los niños que veían el programa dedicaban más tiempo a la lectura, tenían más probabilidades de mostrar habilidades de alfabetización temprana (contar hasta 20 y reconocer las letras del alfabeto), obtenían mejor puntuación en las pruebas que se usan para evaluar aptitud y preparación para la escuela, y presentaban actitudes positivas hacia el colegio y la cooperación.

Tal ha sido su éxito que Sesame Workshop, la institución a cargo del programa, ha asesorado a 120 otros espacios alrededor del mundo. “Lo más importante para Plaza es que siempre el mensaje tiene que ser educativo y divertido, no hay violencia y los contenidos deben ser actuales”, explica la consultora educativa de Sesame Workshop, Blanca Gil.

En la próxima temporada, colocará más énfasis en el desarrollo de destrezas básicas precisamente en respuesta a la tendencia latinoamericana de promover la asistencia de los niños al preescolar. Se transmite a través del canal de cable Discovery Kids, de lunes a viernes a las 10 AM.

El vecino y el dinosaurio

Hablándole directamente a la cámara, Mr. Roger -el anfitrión del programa Mister Roger’s Neighbordhood- se mantuvo en pantalla entre 1968 y 2001. Hacía frente a temas que otros programas para niños usualmente evitaban, como la rabia, la muerte, el divorcio y la guerra. A través de canciones simples y sketchs en un barrio habitado por marionetas, este espacio centraba sus objetivos educativos en transmitir habilidades sociales y afectivas.

La investigación en torno al espacio demostró que los niños que veían el programa desarrollaron la persistencia (no abandonar un trabajo difícil), seguían instrucciones más fácilmente, manejaban la rabia y podían postergar las gratificaciones.

Con una filosofía muy diferente, pero con objetivos de socialización similares, Barney y sus Amigos (lunes a domingo por Discovery Kids) aborda guiones simples, basados en una habilidad cognitiva por capítulo y conducidos por un dinosaurio de esponja que vive en la imaginación de un grupo multicultural de niños. Las historias se desarrollan en un contexto de extremada amabilidad y buenos modales: “Sus características más sobresalientes son la absoluta omisión de comportamientos físicamente agresivos, la ausencia total de conflictos, el énfasis en la cooperación y la expresión de afecto”, explica Del Río.

Y aunque la tónica general de cortesía puede resultar empalagosa para los mayores, asegura que para los niños significa una oportunidad de aprendizaje. Además, la visualización de Barney aporta en la adquisición de conceptos como el arriba-abajo, izquierda-derecha y de vocabulario, con una ganancia de dos palabras por episodio. También fomenta el juego dramatizado, expone a los niños la diversidad cultural y desarrolla la confianza en sí mismos y en los adultos de su entorno inmediato.

La compañía eléctrica y el perro azul

Actores de renombre como Morgan Freeman, Mel Brooks, Joan Rivers y Rita Moreno formaron parte del elenco de The Electric Company, serie de 780 capítulos que se transmitió en Estados Unidos entre 1971 y 1977, pero que se encuentra disponible en DVD. El programa fue creado para desarrollar habilidades de lectura en niños de primero a cuarto básico, que ya estaban demasiado grandes para ver Plaza Sésamo. Entre sus secciones más destacadas estaba el segmento donde se desafiaba a leer una palabra en cinco segundos -antes de que se autodestruyera, emulando a Misión Imposible-, sketchs donde se
usaba mal una palabra para explicar su correcto significado y un personaje que simulaba un telespectador irritado que interrumpía el programa a través de llamados telefónicos porque no entendía una palabra o quería saber cómo se escribía.

La investigación sobre The Electric Company incluyó una innovadora tecnología para la época, que registraba el movimiento del ojo de los niños para captar su atención en la pantalla.

Casi igual de innovativo es Pistas de Blue. Este programa también estadounidense repite el mismo capítulo durante cinco días (lunes a viernes a las 10 AM por Nickelodeon) para conseguir sus metas educativas. Su estructura fue creada para fomentar la participación de los niños: el protagonista es un humano que vive en un mundo animado con su cachorro Blue y que pide la ayuda de los telespectadores para analizar las pistas que le da su mascota. Son juegos educativos donde los niños en edad preescolar deben buscar las respuestas a pequeños enigmas.

La idea de repetir sistemáticamente los capítulos se basa en los resultados de las investigaciones que concluyeron que cuando los niños ya habían resuelto los problemas planteados en el episodio, recién ahí prestaban atención a los contenidos educativos que están detrás de cada acertijo. Con esta dinámica la serie consigue desarrollar habilidades de pensamiento y acrecentar la autoestima de los niños.


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