La Tercera. Por E. Simonsen y D. Silva
Según una investigación de la Universidad Católica, el 42% de los niños de educación básica confiesa tener una regular disposición para hacer las tareas del colegio y un tercio de los de media tiene muy mala disposición. Seguramente ellos estarán felices con el reciente libro que ha remecido a los Estados Unidos: “El mito de las tareas”. En éste, Alfie Kohn, un académico especialmente crítico de la educación, hace una revisión de las últimas investigaciones y concluye: “No hay ningún estudio que demuestre los beneficios académicos de las tareas antes de la secundaria. Incluso, llegar a hacer deberes escolares en casa después de estar todo el día en el colegio tiene efectos negativos, pues causa conflictos familiares, los padres deben llegar a ayudar luego de todo un día de trabajo, los niños se estresan, disminuye su autoestima y los priva de hacer actividades deportivas o creativas, como leer libros que realmente les gusten. Además, les hace perder el interés por aprender”.
Así de lapidario. Kohn revisó 120 estudios sobre las tareas y su efecto en el éxito en el colegio, demostrando que en enseñanza básica hay escasa correlación entre la cantidad de deberes escolares y el rendimiento; de 6to a octavo año, sólo hay una pequeña relación. E incluso en enseñanza media, demasiadas tareas pueden disminuir la efectividad del aprendizaje.
Esto porque no estimulan a los niños a pensar ni a realizar conexiones entre ideas. Además, los profesores no estarían capacitados para encomendar tareas que no sean más que la mera repetición de la clase. “Tampoco está demostrado que estimulan la independencia, responsabilidad, autodisciplina o hábitos de estudio”, afirma Kohn. Por ello, el experto es enfático: “No deberían haber tareas, excepto para profundizar los conocimientos (más allá de memorizar o practicar ejercicios), y ayuden a los niños a entusiasmarse por los temas”.
Cuánto
El debate está instalado y nadie ha quedado indiferente. Gerald Le Tendre, profesor del Departamento de Políticas Educacionales de Penn State University, investigó el número de tareas como promedio por país y su relación con los resultados del TIMMS y concluyó que “en la mayoría de las naciones, mientras más tareas, peor es el rendimiento”. Por ejemplo, Japón y Dinamarca, que tienen los más altos puntajes, son los que dan menos deberes para la casa. Estados Unidos y Chile tienen una relación significativa entre tareas y rendimiento, pero mínima. Pero él no es partidario de eliminarlas. “Usadas correctamente, pueden tener muchos beneficios. Lo ideal es que los profesores den tareas diferentes a cada niño para ayudarlos a profundizar temas específicos”.
Con él coincide Cristián Belley, del Programa de Investigación Educacional de la U. De Chile: “El aprendizaje final es individual, por eso las tareas debieran ser un espacio para que cada niño pueda hacer un análisis solo, en casa. Pero el tiempo destinado a trabajos en el hogar debe tener límites tolerables”.
Investigaciones sugieren 10 minutos diarios por curso. Sin embargo, a un niño con dificultades podría tomarle mucho más tiempo y ser contraproducente. Además, hay consenso en que a edades tempranas debieran reducirse al mínimo los deberes. “Las tareas permiten aprender a clasificar y organizar el trabajo. Por eso, en enseñanza media sirven para hacer una transición a la educación superior, donde la autodisciplina es fundamental, pero en básica, sobre todo si tienen Jornada Escolar Completa (JEC), lo recomendable es prácticamente nada”, afirma Virginia Nassar, de la Universidad Central.
De allí que junto con la JEC se otorgó a los colegios entre ocho y cuatro horas semanales de libre disposición, para, entre otras cosas, hacer tareas en la escuela, con el objeto de disminuir la cantidad y mejorar la calidad de lo que se manda a casa. Sin embargo, el 53% de los colegios ocupa menos de lo recomendado. Y un tercio de los padres reconoce que con la JEC su hijo necesita más ayuda en casa.
A nivel internacional, se recomiendan 10 minutos por cada grado. En Chile se dedican en promedio 10 horas semanales, lo que duplica el promedio mundial.
Historia antigua
1900: Doctores en EEUU se unen para abolir las tareas. Argumentan que los niños necesitan al menos 5 horas diarias de aire fresco.
1950: El crecimiento de la economía coincide con una tendencia en los colegios norteamericanos: dar más deberes para el hogar.
1960: La revolución hippie llega a las tareas y los apoderados y colegios comienzan a relajar “la mano”.
1980: El Dpto. de Educación de EEUU describe las tareas como “una necesidad de disminuir la mediocridad en la educación”.
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El establecimiento no tiene tareas, al igual que similares norteamericanos Varias escuelas de elite de Estados Unidos están limitando la cantidad o eliminando las tareas en los cursos menores. Un fenómeno similar al que se vive en Inglaterra, donde, por ejemplo, una escuela londinense no pide dictados, sino que los niños visiten museos y cocinen con sus papás. En Chile, algunos colegios se están sumando a esta tendencia. Es el caso del Internacional El Alba de Maipú, que ha permanecido varios años entre los 100 mejores de la PSU. Allí, la política es no enviar tareas para la casa: “El alumno debe aprender en clases (…) No hay que transformar a la casa en una segunda escuela”, dice su directora, Mónica González. En este colegio se resuelven las tareas y los ejercicios dentro del aula, donde también se estudia para las pruebas. En la otra vereda se ubica el Colegio Tabancura, también integrante habitual de los 100 mejores en la PSU y que tiene una política tradicional frente al tema: “La jornada escolar del niño no termina en el colegio, sino que se extiende a la casa, así se logra una disciplina y trabajo personal. Las tareas complementan y afianzan lo aprendido en clases, el niño tiene que desarrollar capacidades cognitivas, como comparar o inferir, y también debe desarrollar virtudes, como la responsabilidad, la fortaleza, perseverancia, paciencia, espíritu de trabajo”, comenta José Araus, coordinador de Segundo Ciclo Básico |
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