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LA TERCERA. Domingo 18 de febrero de 2007.
Por : Sofía Otero

“Yo no podria haber estudiado en Chile. Tendría que haberme endeudado con un crédito que es tan caro como comprarse una casa. Prefiero irme lejos que estar con toda esa carga”, dice Gonzalo de la Fuente, alumno de segundo año de Cine de la Universidad Nacional de la Plata y uno de los 312 jóvenes que emigraron para continuar su educación superior en Argentina el año pasado. Desde 2003 la cantidad de chilenos matriculados en planteles del país vecino casi se ha duplicado debido a la gratuidad de su sistema de educación.

En Argentina existen 38 universidades públicas nacionales (libres de pago) y 41 planteles privados, cuyos aranceles promedio fluctúan entre los $225.500 para carreras como Medicina y los $26.000 para programas como Letras o Turismo.

“Yo me voy en marzo para estudiar Diseño de Vestuario en la Universidad de Palermo. Si hubiese estudiado acá habría tenido que pagar más de $300.000, allá sólo pago $80.000 y además al comparar las mallas me di cuenta de que allá hay más apertura y el tema del vestuario está mucho más evolucionado”, cuenta Dafne Rioseco, ex alumna del Colegio Francisco de Miranda.

Claro que no todas las áreas despiertan el interés de los jóvenes chilenos. Son las carreras artísticas las que acaparan la mayor atención, ya que -según aseguran muchos de ellos- en la nación transandina se viene experimentando desde hace varios años un gran desarrollo en la industria audiovisual, de la moda y de las artes, lo que fue clave en su decisión de cruzar la cordillera. Además de valorar el carácter cosmopolita de la capital vecina: “Decidí partir a estudiar teatro a Buenos Aires porque me llamaba la atención la ciudad, que es bellísima, y porque tenía más posibilidades de trabajo al egresar”, dice Jamie Díaz, quien ingresó al Instituto Universitario de las Artes hace dos años.

En términos netamente económicos, la ventaja del sistema de educación superior transandino es evidente. Los programas de estudios chilenos han ido presentando aumentos progresivos en sus aranceles durante los últimos años, incluyendo a los planteles tradicionales y privados. Para los alumnos que ingresan este año a la universidad, las carreras presentan un reajuste del 10% en el área de la Salud y del 7,2% en el resto, con valores que fluctúan entre los $ 150 mil y los $ 500 mil. Si se suma que el costo de la vida es mucho más barato en Argentina, para muchas familias incluso resulta más económico mantener un hijo en Buenos Aires que en Valparaíso, por ejemplo.

Sin PSU

Otro aspecto característico del actual sistema de educación superior argentino y que  también es clave para entender el interés que está despertando entre los jóvenes chilenos, es la ausencia de pruebas de ingreso a las universidades. No existe ningún examen similar a la PSU chilena y cada plantel tiene la libertad de adoptar los mecanismos que mejor le  parezcan. El único requisito es haber terminado la enseñanza media.

La Universidad de Buenos Aires, la principal del país con cerca de 310.000 estudiantes, implementó hace 20 años el “Ciclo Básico Común” que equivale al primer año de todas las carreras de ese plantel y que juega el rol de los antiguos exámenes de ingreso. Con un programa similar a los bachilleratos, este ciclo incluye materias generales y otras propias de la carrera.

Cada universidad pública cuenta con un determinado número de cupos para estudiantes extranjeros que se da a conocer durante el segundo semestre y que dependerá de la cantidad de argentinos que se haya inscrito en cada carrera. Para ganar una vacante hay que dirigirse al Consulado Argentino. Allí deben presentarse la licenciatura de cuarto medio, concentración de notas, carnet de identidad, una carta de los apoderados con los documentos que acrediten que pueden encargarse de su manutención en Argentina (la visa de estudiante no les permite trabajar), una carta del alumno dirigida al cónsul y llenar un formulario donde se indica la universidad y facultad elegida por el estudiante. Pasada esta etapa, los postulantes deben entrevistarse con la jefa del Departamento  Cultural, que es la instancia que más vale a la hora de seleccionar a los candidatos, seguido por su desempeño académico y la trayectoria, pues quienes hayan cursado carreras afines, participado en ayudantías, talleres o seminarios, también son mejor considerados.

El proceso de postulación  comienza en abril de cada año y es válido sólo para quienes quieran estudiar en las universidades públicas, pues para inscribirse en los planteles privados el alumno debe dirigirse directamente para pagar la matrícula y al Consulado para obtener la visa. Así de sencillo.


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