En el prólogo de La Araucana, redactado por Ercilla en la primera edición (1569), deja claramente establecido el objetivo de su obra: «Considerándose la historia verdadera y de cosas de guerra… y por el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba; no por ser ellas pequeñas, pero porque la tierra es tan remota y apartada y la postrera que los españoles han pisado por la parte del Perú, que no se puede tener della casi noticia, y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay con la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello; así el que pude hurtar, lo gasté en este libro, el cual, porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que no cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos… Y si alguno le pareciere que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejercicio della, veremos que muchos no le han hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieron enemigos como son los españoles». Su objetivo declarado era, entonces, dejar testimonio de las hazañas de los españoles, asegurar la veracidad de lo contado en la medida que su relato se escribía al mismo paso que la guerra, destacar las virtudes militares y el amor por la libertad, manifestado por los mapuche. Figuras como la de Lautaro aparecen como héroes valientes e indomables, mientras que la imagen conquistadora se presenta más real, sin grandes héroes, pero con la voluntad de permanecer en estas tierras.
La Araucana
Durante su expedición por Chile, que duró más de año y medio, Ercilla se sintió maravillado por el espíritu indómito de los indígenas araucanos (pueblo mapuche) en los enfrentamientos con los españoles. Estas experiencias, vividas tan de cerca, le inspiraron para escribir su famoso poema épico, La Araucana.
El texto fue dedicado a Felipe II y el protagonista es el pueblo araucano y sus caudillos y, sobre todo, Lautaro y Caupolicán, quienes aparecen como héroes valientes e indomables. Los conquistadores, por su parte, se presentan menos idealizados, sin grandes heroísmos, pero con fuerte voluntad.
La Araucana fue compuesta en octavas reales (estrofa de ocho versos de once sílabas métricas, en los que los seis primeros versos riman en forma alternada, en tanto que los dos últimos van pareados) y dividida en 37 cantos, algo monocordes, pero ágiles y unitarios en cuanto al relato de los sucesos.
Fue publicada en Madrid, en tres partes, en los años 1569, 1588 y 1589 y su éxito fue inmediato.