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En el siglo XII en América del Sur, territorio aún desconocido, se formaba el imperio de los incas. Se trató al comienzo de un pequeño reino surgido de la cultura Tiahuanaco-Huari, que tenía asiento en el lago Titicaca.

El origen de los incas fluctúa entre la historia y el mito. La tradición señala que el emperador que figura en el primer lugar de todas las líneas dinásticas era Manco Cápac.

Desde el fondo del lago

Según la leyenda, Manco Cápac salió desde el fondo de una gruta del lago Titicaca junto con tres hermanos y cuatro hermanas.

Dos de sus hermanos sufrieron una metamorfosis mítica, y del tercero se desembarazaron pues tenía instintos feroces.

De este modo, Manco Cápac se quedó sólo con sus hermanas y se casó con la más valiente y fuerte de ellas, Mama Ocllo. Ambos se constituyeron en la pareja divina creada por el Sol para ser los fundadores de un imperio.

Para cumplir su cometido, los esposos-hermanos se instalaron en el fértil valle del Cuzco y desde allí comenzaron a extender sus dominios.

Resulta difícil separar el mito de la historia; sin embargo los antropólogos e investigadores han llegado a ponerse de acuerdo en que los incas provenían efectivamente de la región del Titicaca, en donde estaba la cultura Tiahuanaco.

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La Tercera

Expansión de los incas

La expansión incásica no es distinta a la de otros pueblos primitivos y nómadas de esa época que, al crecer su población, buscaron tierras más fértiles para instalarse.

Al comienzo, cuando recién llegaron al Cuzco, no pasaban de ser una pequeña tribu que dominaba el valle de Vilcanota, bajo la dirección de dos jefes militares elegidos y a los que llamaban sinchis.

Los primeros pueblos desplazados por los incas no tardaron en someterse voluntariamente a su dominación, reconociendo que tenían avanzados conocimientos agrícolas y que les convenía más unírseles y formar con ellos una confederación.

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Así robustecidos, los incas comenzaron a extenderse hacia los cuatro puntos cardinales. En esta etapa las cosas fueron más difíciles, pues se encontraron con muchos pueblos rebeldes que jamás quisieron someterse.

Entre éstos fueron especialmente rebeldes los aguarunas, de la región amazónica del noreste del territorio. Fue sin duda a causa de los enfrentamientos con estos pueblos que los incas decidieron construir la primera de sus tres fortalezas, la de Sacsahuamán, que protegía la ciudad sagrada del Cuzco.

Consolidación incaica

Para consolidarse en estas tierras fueron necesarias cinco generaciones. Los incas tenían como costumbre que el Jefe llegara el mando a su hijo, de este modo, desde Manco Cápac, el fundador, hasta Yáhuar Huácac, el que consolidó el poder, hubo cinco soberanos.

La historia empieza para los incas con la guerra entre los pobladores del Cuzco y los de Chancas.

Antes de ello no existe ningún testimonio escrito sobre su vida. Durante dicho conflicto, el inca Viracocha entregó la defensa del Cuzco a su hijo, el inca Yupanqui, quien llevó con éxito la empresa que los historiadores ubican entre los años 30 y 40 del siglo XV.

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El premio a su victoria bélica le significó a Yupanqui la corona de emperador, reinando con el nombre de emperador, Pachacutec «reformador del mundo».

Fue este emperador el que extendió el dominio imperial, anexando el territorio de los Collas, por el sur; toda la región de Arequipa, hacia la costa, y Cajamarca hasta el norte.

Su hijo, Tupac Yupanqui completó la labor de expansión, avanzando hasta Quito, por el norte; abarcando toda la franja costera del Perú; y ocupando gran parte de Bolivia y Argentina al noreste y de Chile por el sur de su imperio.

Huayna Cápac, hijo de Tupac Yupanqui, ascendió al poder en 1493; fue él quien escuchó hablar por primera vez de la llegada de unos extranjeros barbados y rubios a su territorio.

Este pueblo de grandes arquitectos y agricultores, diestros artesanos en la plata y el oro, inteligentes administradores y organizadores de su sociedad, iba a despertar la sorpresa de los españoles, pero desataría también su ambición.