La cefalea o jaqueca (dolor de cabeza), también es designada en el léxico popular con los términos jaqueca y migraña. Sin embargo, no cualquier dolor de cabeza corresponde a estas enfermedades. Cada una de las mismas tiene características particulares y requiere un tratamiento específico.
En general, se considera a la cefalea un síntoma frecuente, que puede obedecer a un trastorno primario o puede ser secundario a otras afecciones. Es por ello que no pueden hacerse a priori presunciones sobre la gravedad del síntoma y, cuando las cefaleas tienen relativa frecuencia, se impone la consulta médica.
Cefaleas primarias
Las cefaleas primarias más frecuentes son la migraña, la cefalea tensional y la cefalea en racimos.
Se caracterizan por dolor localizado en una región determinada de la cabeza, por lo general unilateral (aunque puede aparecer a ambos lados). Éste se manifiesta en forma de latidos (pulsátil), y suele acompañarse de fotofobia (hipersensibilidad a la luz, la cual incluso llega a suponer un estímulo doloroso) y fonofobia (el mismo caso que la fotofobia, para el sonido). Se dan con frecuencia en adultos aunque pueden ocurrir también en niños. En el caso particular de la migraña, es una afección congénita que afecta hasta un 17% de la población, y puede consituirse en un cuadro altamente incapacitante.
El dolor es en algunos casos muy intenso y requiere la consulta urgente a un médico. Puede extenderse desde 4 a 72 horas; al dia de hoy, el tratamiento de elección para una migraña minimamente intensa son las moléculas denominadas triptanos, entre las que destaca el rizatriptán. Sin embargo, no todos los casos de cefalea requieren atención médica, y algunos responden con simple analgesia como la provista por la administración de paracetamol o de algún fármaco del grupo de los AINE (como la aspirina o el ibuprofeno).
Cefaleas secundarias
Las cefaleas secundarias pueden corresponder a patología de la columna cervical, enfermedades del sistema nervioso central (incluidos tumores) y patología vascular, hipertensión arterial, trastornos de la circulación encefálica, problemas de visión, de oídos, sinusitis, entre otros.
La combinación de cefaleas y vómitos siempre debe ser motivo de preocupación y de consulta inmediata con un médico.
