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Imagínese que existe un instructivo detallado, tal como si fuera una receta de cocina, para que su hijo aprenda cómo pegarse los dedos con ese pegamento que usted tiene escondido bajo cinco llaves. ¿Lo ayudaría a seguir los pasos? Seguramente, su primera respuesta sería un no. Cuando en 2009 salió a la venta el libro 50 Cosas Peligrosas (que debería dejar hacer a su hijo), donde se explica con instrucciones cómo realizar actividades que consideramos peligrosas, los críticos pensaron que sería un fracaso rotundo. Para sorpresa de muchos, el libro se convirtió en éxito de ventas.

“Lávese las manos y deje que se sequen (la suciedad reduce el efecto del pegamento)”, es la primera instrucción para experimentar cómo los dedos pueden quedar pegados con ese pegamento. Claro que la idea del autor Gever Tulley, fundador de la Escuela de VeranoTinkering, no es que los niños terminen en la clínica. Su objetivo es que los niños exploren el mundo, crezca su curiosidad y, mejor aún, aprendan a resolver conflictos.

Así, entre las 50 cosas que plantea en el libro hay instrucciones, por ejemplo, de cómo chupar una pila de 9 voltios o jugar con fuego, hasta hacer explotar una botella en el congelador, meterse dentro de un contenedor de basura y poner monedas en las vías del tren.

Después de las instrucciones, el autor pide que el niño experimente situaciones. Por ejemplo, con el pegamento ya en la mano, hacer cosas como mandar un mensaje de texto. Con estos simples experimentos, los niños aumentan su creatividad y adquieren herramientas para resolver problemas. “Reconocemos que las personas son competentes cuando se les presenta un problema”, explica el autor del libro en una entrevista en The Atlantic.

Es así. Con estas actividades los niños desarrollan habilidades para enfrentar los problemas que se le presenten en la adultez. Esto, porque la capacidad de resolver dificultades se genera cuando debemos idear un plan que se adapte al panorama adverso y ponerlo en práctica para superar el problema en cuestión. Este mecanismo viene sólo con la práctica y estas instrucciones, como intentar mandar un mensaje de texto con dos dedos pegados, ayudan a desarrollar esta habilidad.

Los beneficios de llevar a cabo estas instrucciones no son sólo para los niños. A los padres también les ayuda a cambiar su forma de pensar y de actuar. En la actualidad, los padres helicópteros, conocidos por sobreproteger a sus hijos, tienden a evitar exponerlos a cualquier situación que estimen peligrosa. “Vemos que un niño se sube al árbol y lo primero que pensamos es la forma en que puede caerse, cuando fácilmente podríamos decir, ‘mira lo bien que sube ese árbol’”, dijo Tulley a The Atlantic.

El problema de estas reacciones, dice Tulley, es que finalmente los niños no saben cómo resolver sus problemas y terminan siendo menos autosuficientes y sin la capacidad de evaluar y evitar los riesgos, pero sobre todo, sin experimentar la sensación de haber logrado superar los peligros por ellos mismos.


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