La tienda «El mundo al revés»
compra a 4 y vende a 3.
Consigue tal clientela,
que vende que se las pela.
Por eso cuesta un horror
llegar hasta el mostrador,
y el parroquiano apurado
compra todo equivocado.
La tortuga siempre quieta,
lleva una motocicleta;
la hormiga, no la cigarra,
se ha comprado una guitarra,
y la cigarra adquiría
-a plazos-una alcancía.
¿Para qué querrá una silla
si no descansa esta ardilla?
El perezoso, ¡qué horror!,
hoy usa despertador,
y el pacífico cordero
un laque de cogotero.
Un canguro saltarín
adquirió allí un trampolín.
“¿Un peso al cuello? ¡Qué estafa!”,
protestaba la Jirafa.
Por si son cortos sus trancos
pidió la Cigüeña zancos.
Y el Oso -que es pura verdad-,
un manual de urbanidad.
La Cebra -¿no te desmayas?-
se encargó un vestido a rayas.
La liebre salió algo inquieta
llevándose una escopeta.
La tórtola arrulladora
quiso una ametralladora,
y el rinoceronte fiero
pues eligió un sonajero.
El Burro (sin comentario),
diez tomos de un diccionario.
Una polilla muy fina
entró a comprar naftalina.
Entró un ratón a deshora
pidiendo un gato angora,
y un ciempiés, al poco rato,
se llevó un solo zapato.
Llega un Bisonte, arremete,
y sólo quiere un chupete.
Quiere el elefante, en fin,
que le entreguen un violín.
Como ya no hay quién entienda,
cambian de nombre a la tienda.
El dueño muy satisfecho,
le puso «El mundo al derecho».
Y al terminar tal teatro
compra a 3 y vende a 4.
Pero la verdad ha sido
que ahora es menos divertido.
Don Camello la ha comprado
y dice: «me han jorobado».
Por: Nahuel Rojas, 11 años.
