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Enfermedades congénitas

Son aquellas con las cuales viene el ser humano desde su nacimiento, y se originan cuando en el feto se comienza a desarrollar el corazón. Este proceso se inicia con la formación de un simple tubo contorsionado en forma de S, el cual, hacia la cuarta semana de gestación, se divide en cinco segmentos, y alrededor de la octava semana ya prácticamente tiene la mayor parte de sus características definitivas.

Sin embargo, puede ocurrir que este órgano no se desarrolle adecuadamente y presente malformaciones que repercutirán en un inadecuado funcionamiento. Esto puede deberse a una enfermedad de la madre, como la rubéola o la diabetes mal controlada, por anormalidades cromosómicas o por efectos secundarios de ciertos medicamentos.

Dichas causas pueden provocar fallas como estrechez de la aorta, que produce una disminución en el flujo sanguíneo; tabique interauricular defectuoso, que permite un flujo excesivo de sangre hacia los pulmones; tetralogía de Fallot, un grupo de cuatro defectos cardíacos; y tabique interventricular defectuoso, que permite el bombeo de demasiada sangre a presión a los pulmones.

Afortunadamente, con los avances de la cirugía y el perfeccionamiento de los exámenes ultrasónicos, estos defectos pueden ser detectados e incluso corregidos antes del nacimiento.

Enfermedades adquiridas

Las enfermedades adquiridas se desarrollan después del nacimiento y se dividen en valvulares y coronarias. Estas últimas también se denominan isquémicas, porque la causa de la dolencia es la escasa presencia de sangre en el corazón.

La estenosis o válvula demasiado estrecha (esta enfermedad también puede ser de origen congénito) se encuentra dentro de las enfermedades valvulares, así como la incompetencia o insuficiencia, que es un estado en que las válvulas no pueden cerrarse adecuadamente por un problema coronario o una infección.

En las enfermedades isquémicas el corazón puede morir, ya que no recibe el suficiente oxígeno y nutrientes. El responsable de esta complicación es el ateroma, un depósito graso que se va creando como consecuencia de la enfermedad arteroesclerótica, la que estrecha y endurece las arterias. Esto provoca una sobreexigencia al corazón, quien debe bombear con más energía de la normal. Otras afecciones que deben considerarse son:

– Infarto al miocardio
: una parte o todo el corazón deja de funcionar debido a la interrupción del aporte sanguíneo, ya que se obstruye una arteria coronaria que lleva sangre al músculo cardíaco. Como consecuencia, el músculo cardíaco es incapaz de mantener una circulación adecuada a causa de su poca fuerza motriz.

– Arritmias: son alteraciones eléctricas que generan ritmos cardíacos irregulares.

También es importante mencionar dentro del estudio del sistema circulatorio las enfermedades que afectan a la sangre, algunas de las cuales son las siguientes:

– Anemia (escasez o falta de glóbulos rojos):
puede deberse a la falta de hierro o vitamina B12.

– Leucemia
: es la excesiva producción de leucocitos y la alteración en la generación tanto de plaquetas como de hematíes. También se conoce como cáncer de la sangre.

– Hemofilia
: enfermedad hereditaria que se caracteriza por hemorragias incontrolables. Se presenta sólo en los varones.