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Fecha de edición: 13/08/2009

Este jueves 13 de agosto, al mediodía, en el Museo Histórico Nacional (Plaza de Armas 951, Santiago), la directora de Bibliotecas, Archivos y Museos, Nivia Palma, recibirá de manos de la subsecretaria de Minería, Verónica Baraona del Pedregal, un conjunto de 692 fichas-salario (las más antiguas de 1880) que el ministerio entrega en comodato por 99 años para que a partir de este momento sean custodiadas y exhibidas por la Dibam.

Estas fichas, de un gran valor patrimonial, son significativas por su singularidad y variedad, y fueron emitidas paralelamente a las fichas de las oficinas salitreras, a lo largo y ancho de nuestro país, en las más diversas actividades y rubros vinculados a la minería, haciendas, puertos, casinos, obras viales, baños, piscinas, transportes y clubes, como un medio informal de pago en lugar del dinero oficial.

Su uso consistía en que los trabajadores y sus familias canjeaban estas fichas en su lugar de trabajo, por mercadería, vestimenta y productos básicos, fundamentalmente alimenticios. El canje se realizaba en la pulpería, un almacén creado para este fin. Las fichas tenían el nombre del lugar o del establecimiento comercial, la denominación del producto y un valor nominal establecido por la empresa.

Las fichas-salario fueron realizadas en diferentes materiales y uno de lo más utilizados fue la  ebonita o caucho vulcanizado. En Chile  comenzaron a fabricarse hacia 1880, y uno de los lugares más importantes fue la incendiada  Imprenta y Litografía Universo, de Valparaíso.

En 1924 se promulgó en el Código del Trabajo, que estableció que el pago de salarios se haría sólo con dinero de curso legal. A esto se sumó que, en 1925, se creó el Banco Central de Chile, cuya misión fue convertirse en el instituto emisor del dinero oficial en el país.

Uno de los máximos expertos en el tema es el ingeniero civil industrial Alvaro Orellana, quien llegó a tener una de las más importantes colecciones de fichas-salario no salitreras del país. Actualmente trabaja en la confección del primer catálogo de fichas salario no salitreras. “La práctica de pago con fichas duró hasta 1930 en lugares de muy difícil acceso, como las empresas madereras. Como no había contratos, se anclaba a los obreros a la pulpería, controlada por los dueños. Las fichas de una faena no se recibían en otra y tampoco podían convertirse en dinero de curso legal”, dice.

Se estima que hasta hoy en Chile existen unas 7 mil fichas distintas y entre las más raras figura la llamada “Trucha del Maipo”, un cuartillo de cobre que circuló entre los obreros que canalizaron el río Maipo en 1821. Algo similar ocurre con los 3 y 7 reales en agua, emitida por la empresa del francés Bernardo Digoy, quien en 1840 instaló la primera máquina desalinizadora de agua en Iquique. “El puerto de San Antonio también emitió fichas pagaderas en posta, puchero, lomo y grasa”, finaliza Álvaro Orellana.

Juan Manuel Martínez, jefe de colecciones del Museo Histórico, aclara: “Nosotros tenemos una buena colección de fichas salitreras. Lo interesante es que esta colección reúne fichas de otras modalidades que no teníamos, incluyendo la actividad social y las instituciones religiosas. Esperamos, más adelante, hacer una gran muestra conjunta con las fichas salitreras, y tal vez una publicación de todos los materiales».

El curador valora el gesto del Ministerio de Minería al poner, a través de la Dibam, este material a disposición del público y de los investigadores.

(Dibam)


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