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La fusión termonuclear controlada es una de las pocas opciones energéticas con capacidad potencial de suministro a gran escala para el siglo XXI.

Estimaciones razonables hacen pensar que la población mundial crecerá hasta alcanzar unos 10 000 millones de personas hacia mediados del siglo próximo.

En 1990 el consumo de energía primaria por habitante y año, en los países industrializados, fue de 2.2 x 1011 Julios, es decir 5.1 t.e.p. (toneladas equivalentes de petróleo) y 10 veces menos en los países en vías de desarrollo. Dependiendo de los escenarios considerados para la evolución de la demanda energética, el consumo de energía primaria mundial podría llegar a multiplicarse por dos o por tres en el año 2050.
Las fuentes de energía capaces de cubrir una parte sustancial de las necesidades energéticas previstas son las siguientes:
Combustibles fósiles: principalmente el carbón, ya que las reservas de petróleo y de gas natural habrán disminuido considerablemente.

Energía nuclear: fisión y fusión.

Energías renovables: hidráulica, solar, eólica, maremotriz, geotérmica, biomasa, etc …

Los combustibles fósiles presentan problemas de contaminación ambiental, como lluvia ácida y exceso de CO2. Las energías renovables, aunque vayan cubriendo cada vez más necesidades energéticas, son fuentes dispersas y de baja concentración para usos industriales. Las centrales nucleares llevan asociadas el problema de almacenamiento de residuos radiactivos de alta activación. Se hace necesario desarrollar opciones energéticas nuevas prestando especial atención a los aspectos de seguridad, de impacto ambiental y económicos. La fusión termonuclear controlada constituye una de esas opciones, a pesar de que todavía haya que superar el problema de la complejidad tecnológica de los dispositivos para fusión. En efecto, el reto de la fusión es reproducir en la Tierra las reacciones que se producen en el interior de las estrellas. Construir reactores de fusión capaces de satisfacer una parte sustancial de las necesidades energéticas del planeta a medio plazo. El combustible necesario es abundante: el deuterio forma parte del agua de mares y oceanos, el tritio se podría producir a partir del litio, en el mismo reactor, en el llamado manto fértil. El sistema es seguro pues un reactor sólo contiene combustible para unos segundos de operación, y respetuoso con el medio ambiente al no producir gases contaminantes. Escogiendo materiales de construcción de baja activación se evitaría almacenar residuos estructurales durante centenares de años.


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