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El elefante o elefántido (Elephantidae) es el nombre de distintas especies de mamíferos provistos de trompa. Pertenece a la familia de mamíferos placentarios del orden Proboscidea o Proboscídeos.

Los elefantes actuales se clasifican en dos géneros distintos, Loxodonta africana(elefantes africanos) y Elephas indicus (elefantes asiáticos). Entre los géneros extintos destaca Mammuthus que incluía los mamuts.

Su principal característica es la presencia de la trompa, un órgano prensil y dotado de gran sensibilidad, que utiliza para recoger el alimento, aspirar agua, asearse con baños de polvo, etc.

La piel del elefante es gruesa y casi totalmente desnuda, y las patas son macizas y de forma columnar. Los pabellones auriculares son grandes y los machos llevan colmillos, que son incisivos superiores muy desarrollados.

Son animales que viven unos 70 años y forman grupos dirigidos por una hembra adulta.

El elefante africano (Loxodonta africana) puede alcanzar 4 metros de altura, tiene las orejas grandes y lleva cuatro dedos en las patas anteriores y tres en las posteriores.

En tanto el elefante asiático (Elephas indicus) es de tamaño algo más pequeño, las orejas son también menores y tiene cinco dedos en las extremidades anteriores y cuatro en las posteriores.

Estas dos especies de elefantes enfrentan el peligro de la inminente extinción. La caza furtiva para conseguir el marfil de sus colmillos, así como la progresiva pérdida de su hábitat natural han influido en la alarmante reducción de su población.

Los proboscídeos

Este Orden ha sufrido diferentes transformaciones, siendo las principales el empequeñecimiento de la cabeza, el aumento en el volumen corporal del animal y la formación de largos incisivos que crecen hasta formar los llamados colmillos, que pueden superar los tres metros en el elefante africano.

La proboscis o trompa se origina de la fusión de la nariz con el labio superior, y es utilizada para respirar, olfatear y como órgano prensil.

En la actualidad están representados por dos especies: el elefante asiático o indio y el elefante africano. La hembra del elefante indio no tiene colmillos, y el macho los tiene poco desarrollados. Sus orejas son pequeñas y triangulares.

El elefante africano, en tanto, es fácilmente reconocible por sus grandes orejas, que están siempre en movimiento para enfriar la sangre que circula por ellas.

Todos los elefantes son exclusivamente herbívoros.

Elefante africano (Loxodonta africana)

El lefante africano se caracteriza por su gran cabeza, amplias orejas que cubren los hombros e irradian el exceso de calor hacia el exterior, trompa larga y musculosa, presencia de dos «colmillos» (en realidad, incisivos) en la mandíbula superior, bien desarrollados en ambos sexos aunque mayores en los machos, cuello corto casi inexistente, amplio cuerpo en forma de barril, patas largas y gruesas como columnas y cola no muy larga.

El animal está aislado del exterior por una gruesa capa de piel correosa gris-pardo, salpicada de pelos poco desarrollados en su mayor parte y sólo largos y de color negro en el extremo de la cola. Las patas traseras tienen 3 dedos en forma de pezuña, mientras que el número de dedos en las delanteras varía entre 4 y 5 según los ejemplares. La frente es más suave y menos abombada que en el elefante indio.

Además del olfato, el oído y el tacto, los elefantes reciben también bastante información por medio de vibraciones en el suelo que recogen por la planta de los pies (estas pueden ser emitidas por otros elefantes) por ejemplo, hembras ovulando que buscan un compañero en la época de celo, pero también identifican las primeras vibraciones de los terremotos o las que provocan los cursos de agua, en ocasiones muy alejados del animal. Esto último es de vital importancia en zonas muy secas, como el «desierto de Namibia», donde los elefantes deben desplazarse a lo largo de cientos de kilómetros para encontrar lugares donde encontrar agua y comida.

Elefante asiático (Elephas indicus)

El elefante asiático es el mayor mamífero del continente asiático. Su distribución original se extendía desde el sur de China e Indonesia occidental hasta las costas del golfo Pérsico y el sur de Mesopotamia, donde desapareció ya en el Neolítico. En la actualidad se circunscribe a Sri Lanka, sur y noreste de la India, Bangladesh, Indochina, Malaca, Sumatra y noreste de Borneo. Se encuentra tanto en estado salvaje como doméstico y es muy frecuente en zoológicos y circos. Está considerado como una especie en peligro de extinción.

Como su pariente el elefante africano, el elefante asiático está provisto de gran cabeza, trompa larga y musculosa, cuello corto casi inexistente, cuerpo grande en forma de barril y patas en forma de columna. Las diferencias entre ambas especies son abundantes: para empezar, los elefantes asiáticos son más pequeños.

Al contrario que los elefantes africanos, no todos los elefantes indios presentan colmillos (que en realidad no son tales, sino incisivos alargados); son largos y de tamaño considerable en la mayoría de los machos, pero las hembras con frecuencia carecen de ellos.

A pesar de sus 5 toneladas de peso, los elefantes indios se mueven con relativa agilidad y de forma bastante segura, incluso en terrenos montañosos.

Los individuos salvajes viven en los bosques tropicales asiáticos, donde se alimentan de una amplia gama de hojas y frutas, en manadas compuestas por hembras (entre las que se encuentra una más vieja, la matriarca, que dirige el grupo), sus crías y a menudo un macho viejo, acompañado ocasionalmente de otro joven. La mayoría de los machos, sin embargo, abandonan el grupo cuando llegan a la adolescencia y llevan a cabo una vida solitaria, acercándose solamente a las manadas de hembras cuando perciben por infrasonidos que una de ellas desea reproducirse. Entonces los machos compiten entre sí, y el que resulte vencedor se aparea con la hembra en caso de que ella lo acepte (cosa que tampoco sucede a menudo). Después de 22 meses nace una única cría que mama, en ocasiones, hasta los 5 años, aunque puede seguir a la manada a los 3 ó 4 días de nacer y hacia los 6 meses ya comienza a ingerir materia vegetal. Las crías son vulnerables a los ataques de los leopardos y especialmente de los tigres, por lo que los integrantes de la manada cooperan para no perder de vista a los más pequeños.


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