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A partir de los dos años y hasta la llegada de la adolescencia, el individuo vive un periodo de aprendizaje y desarrollo. La infancia o niñez es una etapa importante de desarrollo, en la que se adquieren numerosas habilidades, como hablar, leer y comprender ideas.

En comparación con otros mamíferos, los seres humanos vivimos una infancia bastante prolongada, que dura, incluso, más de diez años. Esto posibilita que incorporemos suficientes conocimientos para que, desde la etapa siguiente y hasta el final de la vida, nos desarrollemos como personas independientes.

Durante este periodo los niños se vuelven más precisos en sus movimientos, aprendiendo a saltar, correr o andar en bicicleta.

Pueden coordinar variados movimientos y su motricidad fina es cada vez mayor. También logran controlar la eliminación de desechos, mediante el manejo de los músculos de la vejiga y de aquellos implicados en la defecación.

Peso y estatura

Durante la infancia, niños y niñas sufren importantes cambios en cuanto a su peso y altura. Entre los tres y cinco años, crecen a un ritmo de seis a ocho centímetros por año. Posteriormente y hasta la pubertad, alcanzan hasta seis centímetros de desarrollo por año. Ya a los nueve años, los niños han adquirido tres cuartas partes de su estatura definitiva.

Todo este importante incremento de estatura, que necesariamente va ligado a un aumento de peso, porque el tamaño del cuerpo es más grande, está controlado por la acción hormonal.

Así, desde el hipotálamo se activa una sustancia específica que estimula la producción de la hormona del crecimiento o somatotropina (STH). Esta es secretada desde el lóbulo anterior de la hipófisis (glándula situada en la base del cerebro) hacia el torrente sanguíneo que la lleva hasta el hígado y los riñones, en donde se convierte en la sustancia activa que estimula el crecimiento de los huesos y músculos y su completa osificación.

Razonamiento y aprendizaje

Gracias al desarrollo neuronal y al progresivo crecimiento del cerebro, a partir de la infancia, el niño es capaz de desarrollar actividades intelectuales más complejas.

Durante esta etapa, es de vital importancia la incorporación del lenguaje y el desarrollo del habla. Desde los dos años, niños y niñas sustituyen sus primeros balbuceos por agrupaciones de palabras que transmiten un sentido mayor.

Aproximadamente a los cuatro años, son capaces de participar en conversaciones.

De ahí en adelante y de acuerdo con la estimulación de cada niño, adquieren una mayor comprensión de las palabras y el correcto orden de estas, para entregar un sentido coherente.

Es en este periodo en el que los niños ingresan al colegio, adquiriendo además contacto con otros niños de su misma edad, con los que genera importantes vínculos.


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