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Un solo árbol es un complejo ecosistema que mantiene a numerosas especies de invertebrados (insectos, arácnidos, miriápodos), así como vertebrados (aves, reptiles y mamíferos), que encuentran en él su alimento, por medio de las hojas, yemas, brotes o frutos, y refugio.

Sobre su corteza crecen hongos, líquenes y plantas parásitas (que se nutren de su savia) y epifitas (crecen sobre ellos, pero no les hacen daño), como las lianas, que los utilizan como punto de apoyo para acceder a las alturas donde abunda la luz. Entre las raíces abundan las larvas de los insectos, los gusanos que viven en el subsuelo, los ácaros y los roedores.

En las regiones frías, las coníferas mantienen a roedores y aves. En las sabanas de África son fundamentales en la dieta de los herbívoros ramoneadores (que son aquellos que se alimentan de las hojas y de los brotes de las ramas). En las selvas contribuyen a formar un ambiente húmedo donde se multiplican plantas y animales. En las zonas templadas, el árbol es una de las mayores fuentes de riqueza, en el ámbito de la explotación forestal.

Para el hombre, el árbol tiene un importante valor económico, ya que de él obtiene distintos materiales que comercializa. La madera se utiliza como tablas para la construcción; su pulpa permite la confección de una gran diversidad de papeles; además proporciona el corcho, las resinas y el látex -líquido segregado por algunos árboles, como el del caucho-, las gomas, los barnices, el tanino y la cola.

A todo lo anterior, hay que sumarle la importancia de los árboles frutales, cuyo cultivo se inició la primera vez que se plantaron semillas deliberadamente. Desde entonces, se han mejorado las calidades y creado nuevas variedades. Por ejemplo, de la manzana, que en su forma silvestre es pequeña y amarga, el hombre ha creado más de mil variedades, mucho más grandes y dulces.

Cuidados

Los árboles pueden ser dañados o deformados por la sobrepoblación, las enfermedades y la exposición al viento y la lluvia, por lo que al cultivarlos -para el uso de su fruta o madera- es necesario mantenerlos sanos.

La entresaca, o corte de algunas ramas, hace que los árboles crezcan más espaciados y se desarrollen mejor, porque no tienen que competir por la luz y los nutrientes.

Las podas -cortes parciales- y el injerto -se insertan brotes de la misma planta que surgieron de la poda, para mejorar sus frutos o robustecer su tronco- ayudan a dar forma al árbol y aumentan su producción de frutos.

También se usa la tala, que consiste en el corte del árbol a ras de tierra para que produzcan grupos de ramas rectas que después serán utilizadas como postes o en la confección de cercos.

En el caso del desmoche, se corta la copa de los árboles para obtener ramas largas y rectas desde los brotes, que quedan a un altura que impide que el ganado o algún otro animal los dañe. Por ejemplo, los sauces desmochados producen varillas flexibles que se utilizan para la fabricación de cestas.


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