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El cuerpo de la mayoría de los insectos mide entre 2 y 40 milímetros, aunque hay algunos que alcanzan un largo de casi 30 centímetros.

En su cabeza están el aparato bucal, las antenas y los ojos. El aparato bucal puede ser de varios tipos: chupador, masticador, lamedor, triturador, picador o succionador.

Los ojos, en cambio, suelen ser de dos tipos: ojos simples y ojos compuestos. Los ojos simples se llaman ocelos. Son tres y se encuentran en el ángulo superior de la cabeza. Los otros, en cambio, son dos y se ubican a ambos lados de la cabeza del insecto. Aunque parezca increíble, algunos ojos compuestos pueden llegar a tener 30 mil unidades de visión, cada una de las cuales posee una córnea, un cristalino, retina, etc., lo mismo que posee el ojo humano.

Es por esta misma razón que los insectos son dueños de una visión privilegiada, ya que en un mismo instante son capaces de ver hacia el lado, el frente, atrás, arriba o abajo.

Pero es también diferente a la del ojo humano, puesto que las imágenes que forman tienen una constitución semejante a la de un mosaico. En cuanto a la visión de colores, son capaces de ver el ultravioleta, cosa que el hombre no puede hacer.

Por su parte, el tórax se divide en tres porciones: anterior o protórax; media o mesotórax, y parte posterior, final o metatórax, en cada una de las cuales van insertas dos patas, sumando seis en total. Por esto los insectos se denominan hexápodos (del griego hexa = seis; podos = patas). Al presentar alas, estas se ubican en el meso y metatórax. El abdomen, por su parte, puede llegar a dividirse en 11 porciones o segmentos, y es en los últimos donde se encuentran los órganos relacionados con la reproducción.

Las alas

Los primeros seres vivos que volaron en la Tierra fueron los insectos. Básicamente, utilizaban el vuelo para trasladarse, siendo más fácil escapar del enemigo y más rápido conseguir el alimento. Más tarde, las alas también llegaron a tener relación con la conquista de una pareja, ya que al poseer llamativos colores ayudan a atraer a la pareja más difícil. La mayor parte de la energía para agitar las alas proviene de grandes músculos horizontales y verticales ubicados en el tórax. Al contraerse alternadamente, las superficies superiores e inferiores del tórax se acercan y luego se alejan, provocando un movimiento hacia arriba y abajo de las alas. Para determinar el rumbo del vuelo utilizan unos pequeños músculos ubicados en la base de cada ala, que rectifican el ángulo del aleteo.

Existen insectos cuyas alas, al estar en reposo, les ayudan a esconderse, camuflándose con el medio donde viven. Otros poseen alas con hermosos diseños, con forma de grandes ojos de lechuza, que solo muestran cuando se ven atacados, escondiéndolos cuando se tranquilizan.

Las patas y sus funciones

Para la mayoría de los seres vivos del planeta, las patas son muy importantes para su desenvolvimiento; es decir, para caminar, saltar o correr. Sin embargo, los insectos no se han quedado sólo con esto y les han dado otros usos. Por ejemplo, las abejas tienen en sus patas traseras, unos pequeños saquitos donde almacenan el polen que van recolectando; los saltamontes pueden emitir sonidos con ellas, al frotarlas contra sus cuerpos; los grillos pueden presentar estructuras semejantes a oídos, etc.

Muchos insectos tienen patas para agarrar fuertemente, denominadas raptoras, como, por ejemplo: la mantis, que con ellas sujeta a la presa mientras se la va devorando. También pueden utilizarse en el apareamiento, para abrazar al individuo del sexo opuesto.


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